sábado, 10 de noviembre de 2012

Koh Lanta

 Hola a todos!

Después de visitar los view points de Koh Phi Phi, y tras nuestro último chapuzón en la playa, me despido del pescador que tan bien me ha acogido en su casa, para tomar el ferry que nos llevaria a mis amigos chilenos y a mí a la última isla que visitaré en Tailandia, tomamos rumbo a Koh Lanta. Nos han explicado que no tiene nada que ver con la Phi Phi, que es mucho más tranquila, mucho más Thai.

Antes de embarcar el cielo se pone del color ascuro que coje cada día a esta hora, pues después de comer siempre descarga un pequeño chaparrón. Esta vez no sería preocupante, corto y poco intenso. Una vez para de llover subo a cubierta, pues no hay nada que me guste más de viajar en barco, que disfrutar del aire, las vistas, el olor a mar, los peces saltando y los pájaros buscando alimento.

En una hora y media alcanzamos el norte de Koh Lanta y el puerto mismo ya tiene otro aspecto. Decenas de casas contruidas en madera sobre la orilla del matr. aguantadas por largas vigas, hacen de la entrada a Koh Lanta un lugar rústico y con cierto encanto. Nada más bajar del ferry buscamos algo de alojamiento barato, pero no encontranos nada que nos convenciera, así que preguntamos a los locales. Nos explican que los alojamientos baratos estan al sur de la isla, así que preguntamos por el precio de un viaje en tuk tuk. Haciendo calculos hemos desubierto que no sale a cuenta, pues de todas formas ibamos a alquilar una moto al día siguiente para visitar la isla. Así que... ¡Marchando un par de scooters! Repartimos el equipaje como pudimos, y nos dirigimos rumbo al sur. A unos quince minutos tube una corazonada de esas buenas, vi un callejón y me metí. Pues un simpatico dueño de un albergue nos gritó para que fueramos a dormir a su hostel. Negociamos un buen precio, y dormirmos en la mejor habitación en la que he dormido en todo el viaje, pero no solo en este, sino en el que empezé en enero hasta ahora. Colchón grueso, sábanas limpias y nuevas, baño privado, toalla y tv. Y pagamos lo mismo que habíamos pagado en todas partes, parecía increíble. Además el dueño tenía un gran y bonito resort 50 metros más abajo, a primera línea de mar, y nos dió permido para utilizar las instalaciones, tanto el bar como las piscina o el supermercado. Una gran suerte. Ahora nos nos quedaba otra que cenar y descansar, ya se ha hecho de noche.

A la mañaqna siguiente nos lo tomamos con calma. Nos despertamos tarde, desyunamos tranquilos, y partimos a descubrir la isla con las motos. Paramos en varias playas para ver como eran. Las aguas ya no eran cristalinas pero sí limpias, el mar era bravo y había rocas en la orilla. Nada que pudiera parecer un paraíso pero con algo muy bueno, no había turistas. Playas largas de arena blanca rodeadas por amplios palmerales totalmente desiertas. Algún que otro resort medio vacío, y una isla gigante parea disfrutar sin agobios. Así que con el calor que hacía, cada playa era un chapuzón. Después, conducir las motos sintiendo el aire, sin camiseta, sin casco, pues estamos en una isla sin ley, y con solo un bañador mojado y a golpe de gas el camino se siente diferente.

Después nos dirigimos a las cuevas. Pues al ser una isla grande, también tiene encantos en el interior. Dejamos las motos en mitad de la jungla, pues en el parking nos hacian pagar, y tras caminar una media hora en medio de la selva llegamos a las cuevas. La piedra calcarea había hecho de las suyas, dibujando formas de fantasía a través de estalactitas y chorreras de diferentes colores. Encima de la cueva, un gran árbol que en busca de agua había extendido sus raíces a los alto del acantilado, dejando caer todo su peso cueva abajo.

Y un poco más adelante, las cascadas del tigre. Un bonito salto de agua sobre una pequeña poza, en el que refrescarse y quitarse la sal del mar. Además, las cascadas hacen de spa natural, pues la fuerza de la caída del agua da un masaje perfecto, y hay diferente chorros para diferentes gustos de potencia.

Al bajar de las cascadas condujimos hasta el extremo más al sur de Koh Lanta, donde se encuentra el parque nacional de la isla. Tras recopilar información vimos que no merecía la pena pagar por lo que nos ofrecían, así que dimos la vuelta y buscamos un bonito lugar donde comer. Un restaurante contruido en una cabaña de bambú a la orilla del mar, y el sol poniendose mientras disfrutabamos de una rica merienda comida.

Al día siguiente, decidíq ue era hora de irme, pues a mi visado le quedan pocos días, y no quiero que me pille el toro- Así que reservñe un tiquet de bus para viajar hasta Bangkok. Eso sí, preferí el horario más tardío, para poder disfrutar de la mañana en la isla, pues un día no había sido bastante. Por la mañana hice madrugar a los chilenos, pobres. A las ocho estabamos desyunando y media hora más tarde salíamos con las motos a visitar la costa este de la isla.

En poco tiempo llegamos a la ciudad vieja de Lanta, una preciosidad arquitectónica donde las casas de madera están construidas sobre el mar. En la parte de abajo el negocio, y en la de arriba la vivienda. Por suerte, también encontramos un mercado local, dond evendían de todo, desde comida, ropa o artilújios del hogar. Y al lado del mercado el pequeño y antiguo puerto de la ciduad. Allí puede disfrutar de las antiguas técnicas de pesca de tailandia. Consiste en lanzar una red con plomos, que se abre en el aire y se cierra al tirar de ella para recoger los peces que encuentre en el camino.

Después de la ciudad vieja vimos un pueblo de gitanos pescadores tailandeses. A mi también me extrañó que hubiera gitanos en Tailandia, pero yo suopongo que se refieren a pescadores nómadas. La verdad es que es un bonito pueblo pesquero donde tanto las casas como la forma de actuar de la gente cambian por completo. Todo se vuelve mucho más relajado.

Y ahora sí, ya es hora de irme, así que viajé hasta el norte para devolver la moto, comí algo antes de partir, pues me esparaban 15 horas de viaje en bus hasta llegar a la capital, bangkok. Os espero en la ciudad. Un abrazo!
















2 comentarios:

  1. Tete...pareces un indigena en su habitad jajaja....estas de lo más salvaje bañándote en la cascada en plena selva... Besos, cuídate.

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  2. Y la puesta de sol azul...preciosa!!!!

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