martes, 8 de mayo de 2012

Bajando de las nubes


 
Hola a todos!

Son las 9.30h de la mañana, me encuentro en el ABC y voy a empezar a descender. El mal de altura ya no es un problema, así que hoy pienso andar hasta que no pueda más. Me despido de Gibson, pues él lleva buenas ropas y va a quedarse a dormir una noche más, dice haberse enamorado de las vistas, y no es para menos. Al empezar a bajar descubro que la nieve ha empezado a fundirse por los pasos de los caminantes. Así que el camino está claro, pero más peligroso que nunca. La nieve se ha convertido en un barrizal que hace caer a caminantes y porteadores de culo al suelo. Iré con cuidado, no quiero mojarme los pantalones, és la única ropa seca que tengo. La bajada entre el ABC y el MBC se me ha hecho larguísima, pues por el camino me he encontrado con todos los amigos que he hecho en el camino. Tanto los estadounidenses con sus guías nepalíes, como Ricardo, como el grupo de italianos y la família india se encontraron conmigo en su ascenso. Todos me preguntaban por mi viaje, por como era allí arriba, asñi que he parado con cada uno de ellos para charlar y compartir experiencias montañeras. Además he coincidido en algunos tramos con las chicas australianas y la chica finlandesa, que también bajaban, y me pidieron ayuda para lanzarse montaña abajo con unos plásticos que habían conseguido, usandolos a modo de trineo casero. No puedo quitarme esta estúpida sonrisa de la cara, me siento feliz.

Durante el descenso, me he ido encontrando en cada aldea con las tres chicas, con lo que hemos acabado formando una bonita amistad temporal de montaña. Bajar es mucho menos cansado que subir, y se hace mucho más rápido, así que he cruzado aldea tras aldea sin sufrir el ahogo de la subida. Lo que mi inexperiencia en trekking no me había dicho es que bajando los músculos se cargan mucho más, pues tienes que ir reteniendo el peso de tu cuerpo en cada paso, para no coger velocidad y caer por un acantilado al tropezar con una piedra. Además, quien más sufre el descenso son las rodillas. Así que al llegar a Bamboo, tenía las rodillas destrozadas, los pies arrugadísimos por la humedad del agua que entraba por las botas y con ampollas que me gané en el ascenso. Allí me encontre con Mina, la chica de finlandia, que se había adelantado a las chicas australianas y me propuso llegar a Sinuwa, pues a partir de Bamboo el camino venía de subida. Yo lo que no quería era bajar más por miedo a sufrir una lesión enlas rodillas, pero como venía subida, por que no. Fuimos charlando todo el camino, de sus experiencias en Nepal, de mis experiencias en India. Al llegar a Sinuwa, tomamos una ducha caliente, que agradecí después de tres días sin ducharme por el frío. Una cena calentita y a dormir. Hicimos recuento del día, y habíamos caminado durante 11 horas entre subir al ABC y bajar a Sinuwa. Nos merecíamos un buen descanso. A las 20h estábamos soñando.

Al día siguiente me despierto a las 5h de la mañana, mi cuerpo a dormido suficiente. Al despertar noto que mis rodillas siguen doloridas, pero debo seguir mi camino. Mina se despierta más tarde que yo, dice que hoy va a ir a relajarse en los Hot Springs, aquellas piscinas calientes que vi yo de subida. Yo decido seguir hacia la siguiente aldea, Chomrrong, donde Rocío, la chica de Terrassa, dijo que estaría allí pasando unos días. ¿Os acordáis cuando bajé el descenso de Chomrrong que pensé en lo que me costaría subirlo de vuelta? Así fué. Uno de los tramos más duros, la subida se me hizo eterna. Al llegar, Rocío estaba sentada en la terraza del refugio, calentandose al sol y disfrutando de las vistas. Al mirar el mapa descubro que a 6 horas de descenso se encuentra una de las salidas del Annapurna Sanctuary, donde podría coger un bus para volver a Pokhara. Tal y como tengo las rodillas creo que cuanto antes pueda reposar mejor. Así que decido hacer todo el camino de golpe. Al decirselo a Rocío, me dice que ya está cansada de estar allí y que me acompaña, así podremos compartir el taxi y será más barato.

Durante el descenso, al ser menos cansado, he aprovechado para hacer fotos de las aldeas y sus habitantes. Ahí os dejo unos ejemplares para que disfrutéis de la vida rural de los Himalayas. Después de las 6 horas de descenso que decía el mapa, estabamos en Suali Bazar, donde un taxi nos esperaba para llevarnos a Pokhara. En el camino el taxista nos hizo saber de la catástrofe que se había producido esta mañana al descongelarse más nieve de la cuenta, haciendo crecer el rio a modo de tsunami, arrasando con todo lo que había por delante. Pasamos por la zona afectada, el río era un barrizal donde el ejército y cuerpos de seguridad continuaban en la búsqueda de personas desaparecidas. No todo en este viaje podía ser bonito. Mi viaje en taxi hasta Pokhara se me hizo eterno, pues estaba deseoso de encontrar un cyber cafe para comunicar a mi gente que estaba bien. No quería que la noticia os alarmara. Después me dirigí a casa de la família de Kamal, para descansar y asegurarme de que todos se encontraban bien. Por suerte ninguno había estado en el río ese día. La madre de Kamal, al verme, se echó a llorar, pues estaba preocupada por mí. Al ver que todos estabamos bien, lo celebramos con una gran sonrisa y fuertes abrazos.

La experiencia de subir al ABC ha sido de las más duras que he hecho en mi vida, y a la vez de las más gratificantes. Ahora, me toca descansar y dormir todo lo que pueda, mis rodillas me lo agradecerán. Antes de ir a dormir me he acordado de las palabras de un amigo, Antuán, ahora si estoy de acuerdo contigo y me digo a mi mismo "Vaya par de cojones que tienes, macho". jajajaja. Un besazo a todos. Os quiero.

 

 


 

 








ABC, el techo del mundo

 
Buenos días!

Son las 4h de la mañana, casi no he pegado ojo en toda la noche, pues el frío no me dejaba dormir. Cuando he conseguido calentar un trocito de la cama, mi mala costumbre de moverme durmiendo me despertaba al tocar una zona de la cama sin calentar. La mejor manera de entrar en calor es andar, así que allá voy. Me visto, y voy al comedor para que me preparen un fuerte desayuno, lo voy a necesitar. A estas alturas y con el frío que hace supongo que entenderéis que ningún valiente se atreve a darse una ducha. Hoy yo no pienso ni lavarme la cara, por lo menos por el momento, cuando salga el sol ya veremos.

Después del desayuno y de hacer la maleta con toda la ropa que aún después de pasar la noche tendida por toda la habitación sigue empapada, empiezo a anda a las 5.30h de la mañana. Es hora de entrar en calor. Al ser el primero en ascender al ABC, descubro que después de la nevada, el camino ha quedado totalmente cubierto por la nieve. Así que tendré que hacer uso de la orientación. Ésta me falla y tomo el camino equivocado. Por no querer retroceder intento cruzar entre la nieve hasta recuperar el camino correcto. Mal hecho. En mi intento de cruzar caigo en un falso suelo de nieve, y me hundo por encima de las rodillas. Mi palo de caminar se ha doblado en forma de L. Estoy enterrado, no se que hacer. Por suerte hay una gran roca cerca. Me arrastro por la nieve hasta alcanzarla, y consigo apoyarme en ella para salir del pozo. Enderezo como puedo el palo, pero a partir de ahora tendré que apoyarme con cuidado, pues el metal del palo se ha debilitado.

Una vez recuperado el camino correcto sigo con la ascención. Tengo que ir clavando las botas en la nieve para no resvalar en las inclinadas pendientes. Después de unos treinta minutos el sol empieza a salir. Es un gran alivio para mi, pues se me estña congelando la cara. Casi no me siento la nariz. Además el sol empieza a brillar en los picos más altos, empezando por el Machhapuchhre y siguiendo más tarde por los Annapurnas. Ver los picos deslumbrando sobre el color blanco de sus nieves, con los primeros rayos de sol, es algo que no tiene precio. Así que durante el ascenso paro a hacer fotos. Intento beber agua, pero está helada. El sol empieza a calentar mi cuerpo, y con la dureza del ascenso empiezo a sudar. El frío yano es un problema para mi,

Después de dos horas de dura subida, alcanzo el Annapurna Base Camp. Una gran alegría invade mi cuerpo, lo he conseguido. Me encuentro rodeado de los gigantes picos de los Himalaya, el cielo está totalmente despejado y el sol brilla con fuerza. No se como describir lo que se siente al estar rodeado de las montañas más altas del mundo, pero se que ha sido maravilloso. Al subir a la zona de refugios me encuentro a Gibson tomando su desayuno, así que decido tomar mi segundo desayuno con él, pues la subida me ha dejado hambriento. Es el mejor síntoma que puedo tener, pues el mal de altura quita el hambre. Estoy a 4.130 metros de altura, rodeado de montañas de entre 7.000 y 8.000 metros, y mi cuerpo se siente de maravilla. Pongo mi ropa a secar al sol, y ahora lo que toca es disfrutar. Gibson y yo nos hacemos fotos haciendo el payaso, mientras visitamos el campamento base. Entre otras cosas, encontramos un templo budista, donde la gente que consigue alcanzar el ABC deja sus ofrendas, entre ellas fotos, banderas, etc... Y al lado del templo, un gigante y profundo acantilado entre las montañas, el hueco de lo que había sido un inmenso glaciar, a dia de hoy derretido. Además de Gibson, he conocido a tres chicas en el ABC, dos de ellas de Asutralia y otra de Finlandia, que habían subido esa misma mañana.

Después de pasar 3 horas de buena compañia, risas, fotos y un buen rato, decido que es hora de bajar. No quiero volver a pasar otra noche gélida como la pasada. Así que cuanto más baje, mejor dormiré. Como mínimo quiero llegar a la aldea de Bamboo. Allí nos vemos. Un beso a todos.

NOTA: Cada experiencia de éste viaje me ha enseñado algo. Al alcanzar el ABC he aprendido algo muy importante que me servirá para el futuro y que quiero compartir con vosotros por si a alguien pudiera servir. Durante el ascenso me he encontrado con muchas dificultades en las que mi mente me decía "Vuelve, no lo vas a conseguir". Pero no ha sido mi mente la que me ha hecho llegar hoy aquí, ha sido mi corazón. La mente está condicionada por nuestro aprendizaje, experiencias pasadas y presión social. Vivimos en un mundo en el que se nos ha enseñado a través del miedo. Si en los momentos díficiles somos capaces de callar a la mente y hacer caso a lo que nos dice el corazón, todo se puede conseguir, nada será impoible, no habrá límites para nuestros destinos. Intentadlo amigos, sea cual sea vuestro momento díficil, olvidaos de lo que habéis aprendido hasta ahora, haced callar esa voz que os dice "Tú no puedes" y enfrentaos a lo que teneis delante si el corazón os dice que teneis que llegar a buen puerto. La mente siempre os engañará, os traicionará, porque por desgracia, nadie es dueño de su mente, pero sí de su corazón. Buena suerte a todos los que tengáis una montaña que ascender en vuestras vidas, es decir, ¡buena suerte a todos!


 

 


 

 








Caminando entre gigantes

 
Hola a todos!

Hoy empieza el verdadero ascenso al ABC. No tengo pensado llegar hoy, pues aunque mis piernas aguantarian el camino, podría caer en enfermo debido al mal de altura. Así que ahora empezaré a caminar despacito, haciendo paradas largas para descansar, e ir comprobando como se encuentra mi cuerpo respecto a la presión de la altura. Ayer, al llegar a Chomrrong, a 2.170 metros de altura, noté la presión en mis oídos en forma de tapón, pero con un bostezo fue suficiente para remediarlo.

Desde Chomrrong puedo ver el siguiente pueblo al que me dirijo, Sinuwa, que se encuentra en la montaña de enfrente. Así que ahora me tocará volver a descender hasta el río, para volver a ascender a Sinuwa. Desde las vistas del acantilado no parece nada fácil, pero vamos allá. Al empezar a caminar descubro que el descenso de Chomrrong está formado por cientos (o miles) de escaleras muy inclinadas, lo que me da a entender que a la vuelta me tocará sufrir. Después de llegar a Sinuwa el camino se hace agradable, formado por sube y baja muy suaves, siguiendo el rio. Y al cruzar la aldea de bamboo, puedo ver el camino directo hacia las montañas más altas, las tengo casi encima. A estas alturas, el sudor se congela rápido en los descansos, así que en cada parada hay que tender la camiseta mojada y cubrirse con el polar para no caer refriado.

Sigo subiendo, sigo cruzando pequeñas aldeas, hasta llegar a Dhoban, donde tomaré un largo descanso debido a que me encuentro a una altura bastante elevada. Los oídos vuelven a taponarse. Aquí la gente empieza a tener mareos, dolores de cabeza, pero yo me encuentro perfectamente. De todas maneras, voy a parar a comer algo y esperar 1 hora para ver si mi cuerpo reacciona mal a la altura, Al entrar en el comedor a comer, me encontré con Ricardo y conocimos una pareja de estadounidenses (Colorado) que viajan con dos chicas nepalíes que les hacen de guía, un grupo de unos 6 italianos y una familia de indios de Bombay. Disfrutamos de un buen rato juntos. Al querer seguir mi camino hacia la aldea llamda Himalaya, veo que ha empezado a nevar, y los locales me recomiendan no subir a la siguiente aldea, pues solo tiene dos pequeños refugios y quizás no encuentre lugar para dormir, Todo indica que tengo que pasar la noche en Dhoban, pero me alegro porque estoy en buena compañía. La pareja de Colorado lleva consigo un juego llamado Tangoes, que consiste en imitar figuras dibujadas en unas cartas, a través de piezas geométricas de distintas formas. Pasamos un rato divertido, jugando, riendo, charlando y haciendo bromas. La família de Bombay me hizo echar de menos a mis amigos indios. Nepal es precioso, pero mi corazón sigue en India.

Al día siguiente por la mañana, un buen madrugón, un buen desayuno, y a seguir caminando. Hoy, si la altura no me la juega, pienso llegar al campamento base del Machapuchre. El único problema es que hay una diferencia de altura de 1.200 metros y lo recomendado es no subir más de 500 metros al día. Si algo he aprendido en la India es que no hay que escuchar a la mente por encima del cuerpo, así que vamos a concentrar toda mi atención en mi cuerpo, él mandará en esta subida. Si se queja paro, sinó, alcanzaré el MBC (Machhapuchhre Base Camp).

La primera sorpresa que me encuentro en el camino es un cartel que dice "Riesgo de Avalancha". Suena fatal, pero no hay que tener miedo, la suerte siempre me acompaña. Y al rato de estar caminando, me encuentro con la primera avalancha. Mi suerte es que ya había caído, no se cuando, pero el color blanco de la nieve reflejaba que no hacía mucho. Los caminantes que habían pasado por ahí antes que yo habían hecho un caminito en medio de la nieve que cruzaba la avalancha de extremo a extremo. De todas maneras, estar caminando por nieve que ha caído de las alturas no es agradable, siempre queda el miedo de que vuelva a caer más nieve, o de resvalar y seguir el camino de la nieve acantilado abajo. Con mucho cuidado la cruzo. No podéis imaginar lo que se siente al estar en medio de una avalancha, viendo el curso que ha seguido la nieve en su caída bajo mis pies. Esto si me hace subir la adrenalina. Siguiendo el camino descubriré que no es la única avalancha que me tocará cruzar, pues en el camino me encontraré con 5 o 6 más.

Al llegar a Deurali, considero que he subido demasiado de golpe, así que haré una parada para comer y verificar el estado de mi cuerpo. Al cabo de una hora mi cuerpo sigue estando perfectamente, quizás porque sigo alimentándome de sopa de ajo, quizás porque la altura me afecta menos que a otras personas, cada cuerpo es un mundo. Mientras he descansado ha estado nevando, supongo que es la hora, ya que el tiempo en las montañas es bastante regular, y ya empiezo a conocerlo. Desde el anochecer hasta las 9 de la mañana el cielo se mantiene claro y despejado y es la mejor hora para hacer fotos de las montañas. De 9h a 11h de la mañana se nubla. Y de 11h a 13h, en alturas bajas llueve, y en las altas nieva. Como ya ha parado de nevar y me encuentro bien, voy a hacer el ascenso al MBC, ya que me gustaría pasar la noche allí para mañana por la mañana subir pronto al destino final, el ABC, y poder disfrutar de las claras vistas de la mañana.

Compruebo que ya no nieva antes de salir, ha pasado la hora de peligro de nieve, así que allí voy. Lo que no sabía yo es que esta vez el tiempo me iba a traicionar. Depués de quinze minutos caminando, empieza a nevar de nuevo. No se que hacer, o sigo o me vuelvo. Tengo dos horas de ascenso, y si no para de nevar puede ser incómodo. Me fijo que hay dos chicos delante de mi en el camino, ellos continúan andando, pues yo también. Nunca me ha gustado dar marcha atrá, más que para coger carrerilla. Pues por valiente me he enfrentado al momento más duro del trekking. Al seguir a los dos chicos que iban delante de mi, hemos acabado los tres perdidos, pues en el cruze de una avalancha de piedras, no estaba muy claro el camino. Así que hemos tenido que retroceder un tramo, y justo en este momento a empezado a nevar con intensidad. Los dos chicos se han dado la vuelta, yo ya estoy envalentonado, así que para arriba que voy.

Al encontrar el camino correcto, descubro que todo está empezando a cubrirse de un blanco manto de nieve. Ésta está cuajando en árboles, piedras, etc... y como nadie pasa por el camino, también lo está cubriendo de nieve. La subida cada vez se hace más dura. El terreno es inclinadísimo, pero esta vez no hay escaleras, si no piedras gigantes con las que hay que tener cuidado porque están cubiertas de nieve. El viento empieza a soplar con fuerza, se oyen truenos ensordecedores, sin darme cuenta me he metido en una tormenta de nieve. Empiezo a descubrir algunos defectos en la ropa que había alquilado. La chaqueta waterproof no era tan antiagua como me dijeron, y al deshacerse la nieve que me caía encima, estaba calando la ropa y empapandome todo el cuerpo. La suela de las botas se me había rajado, y la nieve entraba dentro de mis calcetines congelandome los pies. Aún y así, dentro del desastre que estaba resultando el ascenso, el paisaje se estaba conviertiendo en algo precioso, parecido a un pesebre en mitad de los Himalayas. Yo siempre he pensado que en esta vida todo tiene un precio, y estaba pagando caras las maravillosas vistas que la tormenta de nieve me ofrecía. Aún y así no me arrepiento de haber seguido andando, pues estos momentos únicos solo se pueden disfrutar con un poquito de sufrimiento, y como todo está en la mente, para mi pesa más lo bueno que lo malo.

Al llegar al MBC casi no visualizo el camino, ya todo ha sido cubierto por la nieve. Me encuentro con la pareja de Colorado, sus guías nepalíes y el grupo de italianos. Parece ser que Ricardo y la familía de Bombay se han quedado en Deurali y se han ahorrado la tormenta de nieve. Lo primero que hago al llegar al MBC es decirle a una de las guías nepalíes que me hagan una foto, ya que quiero compartir este momento con vosotros. Así que ahí me tenéis, destrozado por la díficil subida al MBC, pero con una sonrisa de oreja a oreja. Supongo que es el orgullo de haberlo conseguido. Si os fijáis en la última foto, es el lugar por el que he ascendido. Si no véis el camino es porque se lo ha comido la nieve, pero si podéis ver la inclinación de la subida y lo bonito que hay quedado el paisaje con la nieve.

Al entrar en el refugio y pedir una habitación, intento cambiarme de ropa, pues estoy empapado, Cuál fué mi sorpresa al descubrir que la nieve había penetrado en mi mochila, mojando toda mi ropa. No se que hacer. Me encuentro a 3.700 metros de altura, todo cubierto de nieve, a unos siete grados bajo cero, y no puedo estar con ropa mojada, pues me voy a congelar. Además, otra cosa que nadie me dijo y que yo no pensé, fue que tenía que traer un saco de dormir. Detengo la angustia, ésta no va a salvarme, ahora si le toca actuar a la mente. Piensa, Carlos, piensa. Pregunto al dueño del refugio cuantas mantas puede dejarme. Me deja tres, más una que robo de una cama vacía. Me meto desnudo en la cama bajo las cuatro mantas mientras doy un pantalon, un par de calcetines y un polar al dueño del refugio para que los ponga a secar junto a una `pequeña estufa de queroseno. Las cuatro mantas no son suficientes. Mis pies se han congelado debido a la raja de la suela de la bota, no los siento. Así que decido masajearlos con fuerza, para ver si entran en calor. Tienen un aspecto horrible, blancos como la nieve, arrugados y sin sensibilidad. Al rato de frotarlos empiezo a recuperar la sensibilidad. Me meto entre las mantas como si fuese una tienda de campaña, pienso que con mi respiración puedo proporcionar calor a mi pequeña cueva. Y así es, intento respirar fuerte para que mi aliento caliente la cama. Al rato he recuperado mi temperatura corporal, sí, tengo frío, pero mi cuerpo ya no está enpeligro de congelarse. Cuando el dueño del refugio me dice que mi ropa ya está seca, me visto y salgo al comedor. Hace un frío que pela, pero entre la estufa de queroseno, el polar y algunas mantas con las que me cubro, consigo meterme un plato de sopa ardiente en el cuerpo, que me dan unpoquito más de calor.

Hoy me voy a dormir prontito. No aguanto el frío, Además he puesto el despertador a las 4h de la mañana. Quiero disfrutar del amanecer subiendo al punto más alto del trekking, el Annapurna Base Camp, ABC. Buenas gélidas noches a todos.