miércoles, 28 de noviembre de 2012

Killing Fields y S-21

 Hola a todos!

Hoy ha sido el día más duro desde que empecé a viajar, pues me he introducido en los horrores del pasado oscuro de Camboya, he visitado lo que queda del recuerdo de lo que fué la mayor atrocidad cometida por el hombre en este precioso país, he pasado el día en lo que he querido llamar el Auschwitz asiático.

Como ya os había introducido en el post del museo de la guerra, Camboya todavía guarda ese mal sabor de boca de los oscuros años en los que transcurrió la guerra civil y la dictadura comunista. Hoy me voy a centrar en los tiempos de la dictadura, cuando los Jemeres Rojos dirigidos por Pol Pot provocaron la caída de la capital camboyana Phnom Penh, y se hicieron con el poder del país. Una vez tuvieron el mando, mandaron evacuar las ciudades por la fuerza, enviando a la población a los campos de trabajo forzados para el cultuvo de arroz. Allí se torturaron y asesinaron a miles de personas que no comulgaban con su ideología, se fusilaba a todo aquél que tenía estudios, la piel fina y suave o a cualquiera que llevara gafas, pues todos estos eran signos de educación y cultura y en un régimen comunista puro era estar por encima de la sociedad. Se fusilaron también profesores, abogados, médicos, cualquier persona en posiesión de un diploma de estudios o que hablara un idioma distinto al Khmer. Incluso se llegó a fusilar a gente por saber leer y escribir, pues la mayoría no sabían. Se destruyeron las bibliotecas, los bancos, las oficinas de empresas, los símbolos que pertenecían a la religión, pues el régimen comunista prohibía tanto la educación como la religión. Las ciudades quedaron vacías.

Esta mañana me he despertado con intención de visitar los dos lugares históricos que relatan los duros sucesos durante la dictadura de Pol Pot. Después de negociar duro con un conductor de moto consigo que me lleve a los dos lugares por el precio al que yo quiero ir, parece ser que mis dotes comerciales siguen en pie, pues el chico me lleva resignado y me dice que no se lo explique a sus compañeros. Durante todo el camino me tocará escuchar que es la primera vez que hace ese precio, es el castigo que me toca pagar. Al final con un poco de simpatía me gano su confianza y hemos acabado siendo amigos.

Tras más de media hora conduciendo su moto por polvorientas mal asfaltadas carreteras, llegamos a los Killing Fields o campos de exterminio. En el camino hemos hecho una parada en un lugar al que no nos han dejado entrar. Se trata de una de esas verguenzas que tienen que esconder la mayoría de los países en vías de desarrollo, pues estamos pasando por un enorme vertedero, el más grande que he visto en mi vida. Montañas gigantes de basura que provienen de países que se hacen llamar primer mundo inundan esta zona rural, mientras centenares de las gentes más humildes de Phom Penh, habitan alrededor de este vertedero en viviendas a las que no me atrevería a llamar casas, pasando su vida entera rebuscando entre la basura occidental algo que en un país no valía nada y aquí pueda tener valor. Viendo esto duele pensar que mientras nosotros producimos bienes innecesarios ellos comen de nuestra basura. ¿Que estamos haciendo con este mundo para que sea tan injusto? No me extraña nada que no me dejen entrar.

La entrada a los Killing Fields cuesta cinco más que merecidos dolares, pues ademas de servir para conservar el lugar con total respeto y pulcritud, con la entrada se incluye un audioguía con un montón de idiomas a elegir, donde explican de forma explendida cada punto de la visita, así como testimonios, datos históricos y anécdotas.

Se empieza el recorrido en la zona de descarga de los prisioneros, que venían de la prisión S-21 (luego hablaremos de ella), normalmente de noche y con los ojos vendados, con la esperanza vendida de estar mudando a una nueva casa en el campo. Cuando los campos de exterminio fueron inagurados, a los prisioneros se les fusilaba nada más llegar, uno a uno, pero llegó un momento en que esto no esta posible por cuestión de tiempo y espacio, así que se construyeron fosas comunes en las que depositar los cuerpos confrome fueran llegando. Este campo de exterminio fue abierto sobre un antiguo cementerio chino, pues estaba alejado en la zona rural y había enterrados cuerpos allí, por lo que sería fácil mantenerlo en el anonimato.

Al seguir la visita, se pueden ver fosas comunes donde fueron encontrados centenares de cuerpos, y donde hoy día, en la época de lluvias, la tierra sigue escupiendo decenas y decenas de huesos, dientes y ropa de los que aquí fueron sepultados en su día. En el camino he visto varios ejemplos que ponen la piel de gallina. En una de las fosas se encontraron mujeres desnudas y bebés. A las mujeres las desnudaban y las violaban antes de matarlas. A los bebés se les aplastaba la cabeza contra un árbol que todavía se alza al lado de la fosa común. Cuando los vietnamitas liberaron al país del régimen de los Jemeres Rojos no entendían porque había restos de pelo y sesos en la corteza del árbol, y más tarde descubrieron la crueldad con la que asesinaban a los inocentes bebés. Hoy, tanto el árbol como las cañas de bambú que protegen las fosas comunes estan llenos de pulseras de colores, inciensos y flores en ofrenda al recuerdo de las víctimas.

Sobre un gran árbol en el centro del campo de exterminio, colgaban grandes altavoces que reproducían música revolucionaria a todo volumen con el objetivo de mantener en el anonimato las atrocidades que ocurrían en ese lugar, tapando los alaridos de las víctimas. Dado el volumen de prisioneros que aumentaba cada día más por la paranoica inseguirdad de Pol Pot, se empezó a matar a los nuevos llegados con herramientas rudimentarias como hachas, la oz, cuchillos, martillos,... se mataba a la gente a golpes. Incluso se empezó a cortar el cuello de los prisioneros con las ramas de un tipo de palmera que crece en todo Camboya, y que sus ojas acaban en un filo con forma de sierra, convirtiendose en una letal arma mortal.

A la salida del campo de exterminio se construyó una enorme pagoda budhista, en recuerdo al genocidio más grande que Camboya a sufrido. En esta pagoda se alberguan los restos de los huesos de los que aquí fallecieron, clasificados por género, edad, procedencia y causa de la muerte. Observando los cráneos puede verse si la persona murió a golpe de cuchillo, con un martillazo o un hachazo. La pagoda es un lugar de rezo, ofrendas y respeto a las víctimas y sus familias, un símbolo de paz y tolerancia, de la union de las gentes que hace menos de 40 años luchaban contra sus propios familiares, amigos y vecinos.

Antes de acabar la visita puede visitarse un pequeño museo con algunas fotografías de las excavaciones de 1980 cuando fué descubierto el campo de exterminio, explicaciones sobre la constitución del govierno dictatorial de la Kampuchea Democrática, que es como se hacían llamar los Jemeres Rojos en su posición de poder. Pueden verse muestras de cráneos según su forma de morir, las herramientas que se utilizaron para asesinar, y algunas explicaciones sobre la expulsión de las población de las ciudades, la ideología y normativa del régimen comunista. También se pasa un video explicativo sobre el tema.

Al salir de los campos de exterminio con el corazón encogido volvemos a la ciudad de Phnom Penh para visitar la prisión del régimen de los Jemeres Rojos durante la dictadura. Agradezco el aire contaminado de humo de coche y polvo de la carretera, pues a uno se le queda el cuerpo descompuesto después de ver esto, y el aire sucio puede llegar a limpiar todo lo acumulado.

El museo del genocidio Tuol Sleng o S-21 es la prisión donde se encarcelaban a los prisioneros enemigos del régimen comunista mientras hubo espacio antes de ser enviados al campo de exterminio. Fue instalada en un antiguo colegio de la capital, ya que los niños habian sido desalojados y enviados al campo a trabajar. El colegio consta de cuatro edificios en el cual se muestra como estaba organizada la prisión. Se muestran las minúsculas celdas de los prisioneros, las camas donde eran maltratados, interrogados o asesinados, y todos los instrumentos que se utilizaron para la totutra de los prisioneros. También se muestra una amplia exposición fotográfica de los prisioneros cuando entraban y eran fichados y algunas fotos de como morían a causa de las torturas recibidas. Desde arrancar las uñas en vivo, hasta arrancar los pezones con alicates e introducir gusanos en el interior del cuerpo, ahogar a los prisioneros en bañeras de agua, colgarlos de cuerdas atados con los brazos en la espalda... Decenas de las formas más macabras de maltratar a los que hacían llamar sus enemigos.

Durante la visita al museo S-21 me entretuve mirando fotografás de las víctimas y se me hizo de noche sin darme cuenta. De repente me encontraba solo, a oscuras, en el último edificio de la prisión, ante un decenas y decenas de celdas de los prisioneros, unas con la puerta abierta otras con la puerta cerrada. Fue tal la aprensión que sentí, que salí de allí lo más rápido que pude, creo que he tenido suficiente violencia por hoy.

Acuerdo con un conductor de moto qu eme lleve al hostel por un buen precio. No sabía donde me estaba metiendo. Hoy es el día en que Obama visita la ciudad por la celebración de la conferencia asiática. Las principales avenidas de Phnom Penh están cortadas y todos los conductores de tuk tuk, centenares de motos, algunos coches e incluso gente andando por la carretera bloquean las calles secundárias de la ciudad. Lo que debíamos haber hecho en diez minutos lo hicimos en dos horas y aún y así no llegamos a mi destino. Tuve que pedir al conductor que me dejara enla parte del río, donde cenaría algo, pues después de dos horas en moto me había dado hambre. No sabéis el caos que se llega a formar en una poblada ciudad donde las leyes de tráfico no existen, donde los sentidos de los carriles son opcionales,

Antes de despedirme decir que en el régimen de Pol Pot disminuyó la población de Camboya al 60%, es decir que asesinó a casi la mitad de la población camboyana. Os invito a reflexionar sobre el ser humano, pues es el único animal en el mundo que es capaz de matar, y torturar a otros animales incluyendo los de su propia especie por puro placer, sin depender de necesidades biológicas. Aún así nos hacemos llamar seres inteligentes, racionales y con sentimientos. ¿Que clase de monstruo es el ser humano? El que no se sienta identificado con el caso asiático puede encontrar sus propias referéncias en Europa con el Tercer Reich de Hitler, en Rúsia con el régimen comunista de Stalin, o en América con el genocidio de los indios americanos. No depende del lugar, depende de la especie hommo "sapiens". Ojalá algún día usemos nuestra inteligencia para recordar lo que nunca debía haber pasado y se repitió tantas veces. Ojalá algún día nuestro instinto nos frene y el mundo pueda vivir en paz.














1 comentario:

  1. Ostras tete!!!! me has puesto la piel de gallina...menos mal que me has advertido...y aun asi en momentos he tenido que dejar de leer...como puede haber gente tan cruel!!!!! Yo me apoyo en pensar que son gente enferma y eso me ayuda a no asquearme de ellos y odiarlos. Tú cuídate...Te mando muchos besos...

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