jueves, 8 de noviembre de 2012

Ko Phi Phi







 Hola a todos!

Después de varios días atrapado por la tranquilidad y el buen ambiente que encontré en Railay, decido moverme, no sin ganas de haberme quedado unos días más. A veces me arrepiento de no haber pagado por el visado de Thailandia, pues si tuviera 60 días por delante haría estancias más largas en esos lugares en los que uno siente un sentimiento especial. Pero bueno, después de las opiniones que la gente me daba de thailandia, no tenía muy claro que fuese a gustarme, así que estioy haciendo justo lo que tenía pensado. Probar estos quince días, y si me gusta ya volveré con más tiempo.

Me levanto a las 6.30h de la mañana, que después de la despedida de anoche le he tenido que echar valor. Realmente el barco no sale hasta las 9.30h, pero tengo que cruzar a la otra playa, y justo a las siete sube la marea, y luego ya no se puede cruzar. Así que lo mejor es cruzar ahora y tomar el desayuno al otro lado, en Railay Este.Después de cruzar, desayunjar, buscar mi barco,... tampoco penseis que me ha sobrado mucho tiempo. Un longtail boat (esos barquitos de madera que veis en todas las fotos de Tailandia), me espera para zarpar rumbo a las islas Phi Phi. Luego me di cuenta que ese barquito es solo para sacarnos de Railay, pues no tiene puerto y los grandes ferries no pueden llegar hasta la playa. Barquitos rodean un enorme ferry, y los pasajeros saltamos a buscar un buen lugar, con buenas vistas, para disfrutar de la brisa marina.
En una hora y media llegamos al puerto de Phi Phi Don, la isla grande del archipiélago Phi Phi. Nada más llegar empiezo a odiar todo lo que veo. Manadas de turistas bajan de ferries como en el que yo viajo, que vienen de todos los lugares cercanos, e indundamos el idílico paisaje. Una preciosa isla de densa jungla y aguas cristalinas invadida por un turismo joven con ganas de fiesta y un puerto lleno de botes, barcos, veleros y yates que ensucian lo que debió ser una maravilla en su estado salvaje. Y es que las Islas Phi Phi es el destino turístico más solicitado del Sur de Tailandia, el paraíso prometido, y también el lugar más caro. Por suerte para mi, ayer mismo me dieron un contacto buenísimo para dormir en la isla. Se trata de la casita de un pescador a primera linea de mar, una cabaña rústica hecha de bambú, que no está destinada la turismo sino que su dueño la alquila a amigos y conocidos para sacarse un pequeño sobresueldo. Por eso motivo no puedo decir ni el nombre del pescador ni donde está situada, pero si alguien se acerca algún día a las Phi Phi, no dudéis en preguntarme. Y quiero dar las gracias a David, el divertido canario que me pasó el contacto y con el que pasé buenos momentos en Railay.
Una vez llegué a la casa del pescador, la cosa cambiaba de imagen. La cabaña estaba fuera del alboroto turístico, al final de una preciosa playa de aguas turquesas y arena blanca, abrazada por dos colinas de densa jungla. Lo que no sabía, y descubrí a la noche, es que las discotecas de la isla se encuentran justo en frente de la cabaña, al otro lado de la playa, que aunque se ve lejos, el sonido de la música resuena por toda la playa hasta las 3 de la mañana.

El centro de Phi Phi Don, consiste en multitud de resorts, restaurantes bonitos (no para el bolsillo) con una amplia variedad en mariscos, y una zona de fiesta donde cada noche se montan las locas fiestas de Tailandia. Las copas no se sirven en vaso, sino en cubos. La gente asiste a las discotecas en bañador, camiseta de tirantes y chanclas de playa, pues lo más probable es que uno acabe bañandose en el mar. Miles de watios de sonido y luces de colores apuntan en todas direcciones y en la playa, los espactáculos de fuego más locos que uno pueda imaginar. Prrfesionales de los malabares hacen circular a velocidades vertiginosas sus artilugios incendiarios, mientras los turistas, pasados en alcohol y otras sustancias que se obtienen en el mercado negro, saltan a la comba en llamas o intentan pasar bajo el limbo ardiente. En mi opinión no es malo que existan estas fiestas, y que la gente se divierta, pero ¿tiene que ser un una isla tan bonita como las Phi Phi? Al día siguente, por mucho que se limpie, uno encuentra cristales y plasticos por todos lados. Las Phi Phi son un paraíso destrozado por un turismo inconsciente permitido por el ansia económica de la pòblacion local. Con lo que me gusta a mi la juerga, y no me apeteció nada formar parte de esta. Puerte conocí a Jorge y Mariela, encantadores chilenos con los que pasaría 3 divertidos días de mi viaje. Por la noche fuiomos a tomar unas cervezas con algo más de tranquilidad, y quedamos para el día siguiente.

A las 9:30h de la mañana estabamos desayunando juntso en un bar cercano a donde nos pasarían a recoger para hacer el famoso tour de las Phi Phi. Si, otra vez me veo obligado a contratar un tour de borreguismo, pero en un archipiélago está esa opción o pegarse una semana nadando. Aunque la verdad, no fue tan malo, pues estuvimos los tres junto con una pareja de escoceses, en un longtail boat. Entre 5 personas uno no se siente tan guiri.

Pues el tour consiste en visitar los lugares más bonitos del archipiélago, y dura todo el día. desde las diez hasta las seis de la tarde. En primer lugar no llevaron a la Monkey Beach, que como su propio nombre indica es una pequeña playita de Phi Phi Don donde viven unos monitos que son alimentados por la cantidad de turistas que se acercan a llevarse frutas. Viven como reyes, pues no tienen que preocuparse ni de buscarse la comida, mientras haya turistas la panza estará llena. Eso sí, las malas ideas de los turistas de dejar la fruta flotando en el agua hace que los monos tengan que darse un chapuzón para ganarse el alimento. Los que ya me conoceois sabeis que no soy muy amigo de los monos, así que me entretuve en captar el color del agua, se nota que estoy en una isla, pues el azul del agua reluce de forma casi fluorescente.

Después de Monkey Beach nos llevaron a Maya Bay, la playa donde Leonardo Di Caprio rodó la pelícla The Beach (La Playa). Aunque ya me habían informado de que la encontraría extremadamente llena de turistas en la arena y de barcos en la orilla, ver aquel desastre fue decepcionante. Te hacen pagar 100 baths solo por poner un pie en la arena, ya que ahora estamos en Phi Phi Leh, la isla pequeña de las Phi Phi, y es parque natural. Los cinco que ocupabamos el bote estuvimos de acuerdo en no pagar ni un centimo, pues no queríamos estar en una playa en la que no cabía ni una persona más y donde las vistas hacía el mar eran barcos, barcos y más barcos. Para mi lo bonito de Maya Bay es poner un poco de imaginación y borrar en la mente todo lo que el turismo hace feo, y visualizar la playa solitaria. La verdad es que es una playa espactacular, pero si Hollywood estuvo aquí... Mal asunto.

Bordeamos Phi Phi Leh hacia la otra cara de la isla, el barco entra en un pasillo de acantilados, entre aguas transparentes de colores impresionantes. Nunca hubiera imaginado que el azul tiene tantas tonalidades, y que el agua pudiera reproducirlas. Ahora sí todacaba disfrutar. Repartieron unas gafas, unas aletas y un tubo para cada uno y... Un mágico mundo de fantasía se proyectaba ante nuestros ojos. Solo con meter la cabeza en el agua, cientos de peces de múltiples colores y formas nos rodeaban, sin miedo al ser humano, bailaban aldededor de nosotros. Amarillo, azul, verde, rosa, lila, rojo, naranja... No faltaba ni uno solo en la fiesta de colores submarina en la que nos habíamos colado. Y cuanto uno más nada, cuanto más investiga, nuevas especies aparecen. Es una pena que no pueda haber fotografiado esto, porque ha sido una experiencia preciosa. El fondo era un enorme arrecife de coral, con sus locas formas y colores, alcanzable con uina corta inmersión. Y la mejor sorpresa me estaba esperando más abajo, cuando vi una preciosa planta que se movía peinando las corrientes. Bajé a verla y resultó ser una anemona, y en ella vivia una famila de peces payaso. No me lo esperaba, pues por no obtener información no sabía que podían encontrarse estos preciosos pececitos aquí. ¿Sabés lo que es un pez payaso no? El Nemo, el de la peli. Además, no me los imaginaba así. Son muy graciosos. Son muy pequeñitos, y estan todo el rato frotandose con las tamitas de la anemona en movimiento, y cuando me acercaba a ellos, salían los tres para asustarme con su chillon color naranja, y se contorneaban delante de mis gafas. Un verdadero espectáculo de la naturaleza marina.

Después de media hora de snorkel que se pasó volando persiguiendo peces, nos llevaron a el lugar más bonito (para mi gusto) de todo el archipiélago. Se trata de la bahía opuesta a Maya Bay. En barco entra entre acantilados que rodean un gran lago de mar donde el color del agua es el más espectacular que he visto en todo el viaje. No hay ni una sola playa, es un gran espacio de gigantes acantilados calcareos y aguas de salvapantallas.

Después de disfrutar de tan impresionante paisaje nos llevaron a una playa solitária, otra de vez vuelta a Phi Phi Don, donde nos dieron de comer y nos dejaron un rato para disfrutar de la arena blanca, las calidas aguas y las palmeras de fondo. Esta vez si estabamos agusto, pues no era una playa masificada.

Habíamos pasado la mañana en el mejor snorkel de mi vida, la mejor playa que he visto, las aguas mas cristalinas y la arena más blanca.Y cuando ya pensabamos que nada podía superar lo que habíamos visto, el paraíso vuelve a superarse así mismo. Nos llevan a dos pequeñas islas al norte de Phi Phi Don, la Isla Mosquito y la Isla Bamboo. Las palabras ya no me llegan para describir lo ipresionante de este lugar. Islas deshabitadas en medio de la nada, interminables arrecifes de coral rodeando las islas, miles, millones de bancos de peces cruzandose en nuestro camino sin miedo, como si estuvieramos en medio de una autopista submarina, la vista no llega a alcanzar donde empieza y donde termina el banco de peces. Más peces payaso, peces planos de colores vivos, peces largos en forma de serpiente, decenas de diferentes tipos de erizos, unos negro brillante con ojos azul eléctrico, otros grises, otros blancos, almejas, conchas, caracolas, estrellas de mar tan grandes que podrían abrazar a una persona. Cuando uno saca la cabeza del agua no puede creer lo que ha visto y parece imposible que al volver a mirar adentro pueda estar este mundo de fantasía allí.

El último lugar que visitamos es un punto de avistamiento de tiburones, pero no era la hora adecuada. Así que después de buscar y buscar nos dimos por vencidos. Nos dijeron que la hora buena para verlos es de 6 a 7 de la mañana, cuando los turistas aún no han empezado a asustarlos. Otra vez será. Eso sí, Jorge vio na tortuga marina.

Y para poner la guinda a la excursión por las Phi Phi, nos llevaron a un punto en medio del Mar donde puede verse una bonita puesta de sol. La pena es que el cielo estaba tapado. Aún y así pudimos disfrutar de los diferentes tonos de color rojo mezclado con el azul de las nubes.

Al día siguiente solo teníamos la mañana para disfrutar, y como ya le habíamos dado mucha caña al agua el día anterior, esta vez tocaría un poco de jungla. Subimos a los dos View Points que hay en Phi Phi Don donde se aprecian unas vistas espactaculares.

Después de visitar las Islas Phi Phi sí puedo decir que he estado en el paraíso. No creo que esto sea superable. Y si algún día váis, por favor, respetad la isla, bastante daño le han hecho ya los zombies de la noche.













2 comentarios:

  1. Joooo....Charly, como lo explicas niño...que envidia me das...ya me conoces, y la verdad es que yo hubiera disfrutado ahí un montón, pero bueno...no pierdo la esperanza, yo no sabía ni que existían esas islas pero ahora que me lo has explicado y he visto las fotos no quiero quedarme con las ganas de verlas y algún día pienso ir...un besazo guapeón.

    ResponderEliminar
  2. Dios mio que paisaje... me encantaria ir como tu en barco a ese paraiso
    Natalia

    ResponderEliminar