martes, 11 de diciembre de 2012

Ratanakiri

Hola  todos!

Después de quedarme maravillado con la belleza de Mondulkiri, tenía que elegir donde pasar mis dos últimos días en Camboya, pues el visado de un mes no da para más. Una de las cosas que estoy aprendiendo en este viaje, es que uno puede valorar cuanto le ha gustado el país según la pena que le de abandonarlo. Y es que después de visitar varios países en Asia, es la segunda vez que siento verdadera pena por irme de un país cuando mis días de visado han finalizado. La primera vez fue en India, cuando tras haberme enamorado de tan bello país, crucé la frontera con Nepal llorando. Ahora me toca abandonar Camboya, país que clasifico en el segundo puesto de entre los países del mundo entero que más me han gustado. Y el que sepa de Camboya quizás me diga que no hay mucho para ver o visitar en este país y seguro que tendrá razón, pues Camboya no es un país que ofrece paisajes espectaculares, increíbles playas o monumentos que quiten el hipo (excepto Angkor). Yo siempre digo que hay muchos tipos de viajeros, y yo me considero de los que valoran más la cultura y costumbres de un país, que las bellezas turísticas marcadas en cualquier guía de viajes, pues creo que la grandeza de un país está más en su gente que en sus piedras. Y los habitantes de camboya han sabido ganarme con su amabilidad, su eterna sonrisa, su inocencia ante la vida y ante el prójimo. Creo que la población Khmer es digna de ser observada para el aprendizaje, pues tienen mucho más para enseñar que para aprender. Es un país para visitar con la boca cerrada y los ojos bien abiertos, y intentar captar e interiorizar algo de cuanjta bondad y humanidad poseen sus gentes. Por este, y muchos más motivos que soy incapaz de describir, pues se componen de millones de minúsculas experiéncias que he ido teniendo durante este mes en Camboya y que todas juntas hacen una magia inexplicable de por qué siento tanta pena al irme, hacen que pueda decir con la boca abierta que Camboya me ha llegado al corazón.

Pero aún no, todavía no es hora de despedirme. Todavía me quedan dos días para disfrutar y uno para viajar a la frontera, así que voy a elegir mi nuevo destino, que será Ban Lung, la capital de la provincia de Ratanakiri. Aunque me han dicho que Ratanakiri es muy parecido a Mondulkiri pero más turístico y con menos montañas, hay un lugar que me llama mucho la atención y que es el motivo que me hace desplazarme a tan remoro lugar.Se trata de un lago en el cráter de un volcán. Suena bien ¿no? Si os fijais en el mapa, Banlung esá a unos doscientos kilómetros al norte de Sen Moronom, pero las nefastas comunicaciones terrestres de Camboya hacen que la ruta directa sea un camino de tierra por el que no circula más transporte que motocicletas, y que estas cobran a los turistas unos 60 dolares por trayecto y persona. Así que me toca hacer lo que todo el mundo hace, tomar la ruta larga, volver a Kratie para después subir por la carretera principal hasta Ban Lung, lo que hace que pase doce horas metido en una furgoneta tipo minibus. Para mi sorpresa, al llegar a Banlung y encontrar un alojamiento económico a la orilla de un lago, me he encontrado con César, el chico catalan con el que compartí la cena en el bar de Andrés en Kratie. Me cuenta que mañana cruzará la frontera con Laos y que ha tenido un susto en una de las cascadas, pues cuando iba a meterse a nadar ha salido a flote un hombre que desaparecó ayer.y que parece ser que había resbalado y fallecido en este bonito lugar. Es normal que con mala energia en el cuerpo, Cesar quiera abandonar este lugar Como llegué a las ocho de la noche, no me quedó más que hacer que compartir la cena con Cesar.

Al día siguiente me despierto y vuelvo a estar solo, y tras informarme sobre que es lo que puedo hacer aquí, alquilo una moto y me dirijo a visitar las tres cascadas de agua que hay a tan solo 10 kilómetros de la ciudad. En la primera, hay un bonito salto de agua que cae a una zona rocosa del río, en la cual no se pude nadar, pero si que uno puede disfrutar de un relajante masaje poniendose justo debajo del salto de agua, pues ésta cae con mucha fuerza debido a la altura.

Para visitar la segunda, tendría que volver a la carretera principal, y cruzar varias aldas al otro lado del camino. Una vez que llegué, vi que la cascada era mucho más bonita que la primera, incluso tenía una poza en la que poder bañarse. Pero cuando iba a quitarme la camiseta para darnme un zhapuzón me acordé de la história que me había contado Cesar el día anterior. Estoy tan seguro que ésta es la cascada del muerto, que me arrepiento y después de hacer varias fotos decido irme con mal rollo en el cuerpo.

La verdad es que no me quedan ganas para visitar más cascadas ni más aldeas, pues en Mondulkiri quedé satisfecho y en Ratanakiri con dos cascadas y varias aldeas he tenido más que suficiente. Además llevo varios días sin descansar, y eso se nota en el cuerpo, qu eme esta pidiendo un parentesis. Pero como quiero aprovechar que he comprado la moto, se me ocurre una buena idea relajante. Voy al mercado, compro dos kilos de fruta, y me voy a visitar el plato fuerte de Ratanakiri, el Lago del Volcán. Se trata de un extraño lago de aguas azules que se ha fromado en el cráter de un pequeño volcán a tan solo cuatro kilómetros de la ciudad. Un lugar de descanso y relax, donde los habitantes de la zona se mezclan con los turistas para pasar el día de picnic, chapotear en el agua, aprender a nadar, o simplemente pasar el día paseando o sin nada que hacer. La belleza del lago invita a la paz. Yo no hice otra cosa que nadar, leer un buen libro que un argentino me regaló en el camino, y comer montones de frutas exóticas que he comprado en el mercado. En la flataforma de madera donde yo estaba había unos chicos camboyanos que me han invitado a jugar con ellos a haber quien hacía la pirueta más rara saltando al lago. Entre volteretas, saltos y espaldazos contra el agua, hemos pasado una tarde divertida y muy muy entretenida.

De vuelta al albergue he conocido a David, un joven mexicano que recorre el mundo en busca de su camino interior. Con el he ido a cenar, y hemos paseado por el mercado en busca de alguna comida exótica Camboyana. Nuestra cena a base de serpientes y ranas a la babacoa no ha sido de las más buenas qu ehe probado en el país, pero no ha estado nada mal. El rumor de que la serpiente sabe a pollo es totalmente cierto. Yo creo que con los ojos cerrados no sabría distinguir entre uno y otro. Y las ranas... saben a rana. No hay otra cosa que se les parezca, pero supongo que el que más y el qu emenos ha probado las ancas de rana, y si no lo habeis hecho, España y muchos países de Europa tendréis buenas oportunidades.

El día siguiente lo he dedicado a no hacer nada. Descansar, pasear por la ciudad, visitar el lago de Ban Lung.... Nada más que hacer que recuperar energía y planificar mi siguiente destino. Una de mis ideas es cruzar la frontera con Laos y continuar recorriendo el sudeste asiático con el inconveniente de pasar las navidades en algún lugar desconocido de Laos, sin saber si voy a tener el entretenimiento suficiente como para no echar de menos en extremo a mi gente. La segundo opción es volver a India, pues allí está mi gran amigo Mariano e India es un país que ya conozco y se de algunos lugares donde la Navidad podría ser mágica. Pero hoy me ha pasado algo que ha hecho cambiar Laos e India por un lugar mágico, donde estoy seguro que todo el mundo querría visitar por navidad, pues dicen que allí las navidades son perfectas. Os dejo con la intriga hasta que esté en el destino, y el que ya sepa o imagine donde es, que no fastidie la sorpresa.

Pero antes de viajar a este ídilico paraíso navideño, tengo que salir de Camboya pues pasado mañana caduca mi visa y no quiero quedarme ilegal como me pasó en Tailandia. Mañana tomaré un bus hacia Siem Reap y pasado mañana cruzaré la frontera de vuelta a Tailandia. Ahí teneis una pista de a donde me dirijo. Un fuerte abrazo a todos.








1 comentario:

  1. Tete!!!! eres tu el que está debajo de la catarata???? Que chulo no????

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