domingo, 13 de enero de 2013

Feliz 2013


 Hola a todos!

Ya han terminado las vacaciones de navidad, y he podido disfrutar de las mejores navidades que jamás hubiera esperado para este fin del 2012. Ya se que algunos os quedasteis con la intriga de saber cual es el mejor sitio en el que cualquier viajero podría pasar sus navidades, o quizás algunos ya adivinasteis cual era mi destino. Antes de desvelar el mistério vamos a retroceder un poquito en el pasado, hasta mi penúltimo día en Camboya. ¿Os acordáis? Me encontraba en Banlung, en la zona noreste de Camboya, indeciso sobre si continuar dirección Laos como tenía planificado o volver a India para pasar la navidad allí. La duda me surgió por ser mis primeras navidades fuera de casa, pues no era capaz de imaginarme unas vacaciones en Asia, en busca de la fría compañía de otros viajeros. Si seguía hacia Laos, las navidades me pillarían dentro del país, y puesto que Laos es un lugar de lo menos turístico, no podía imaginarme unas fiestas tan sosas que me dieran para pensar y echar de menos a mi família.

Así que la segunda opción, dentro de lo malo me parecía la mejor. Volver a India, el país del que un día quedé enamorado, disfrutar del calor de sus gentes. Además, de entre todos los destinos de India consieraba que el mejor sería Goa, pues es una zona repleta de hippies occidentales, y podría sentirme algo más cómodo, o por lo menos con gente que sí celebrase la navidad de una forma parecida a como lo celebraría yo en casa.

Pues este pensamiento llevaba ya días rondando en mi cabeza, pues aunque siempre he dicho que no soy amante de la navidad, esta vez, al estar lejos de mi gente, me he dado cuenta de cuanto se puede echar de menos en estos días. ¿Como puede ser que se me haga un mundo?

Pues este penúltimo día, antes de tomar la decisión y comprar el billete hacia India, mi familia se pone en contacto conmigo para regalarme el mejor de los regalos que nunca hubiera podido imaginar. Se habían puesto de acuerdo para regalarme un billete de ido y vuelta a casa, pues ellos tenían el mismo miedo que yo, el mismo sentimiento de añoranza, y también se les presentaba cuesta arriba. En primer lugar me negué a aceptarlo, mi orgullo de viajero no me dejaba aceptar una propuesta de volver a casa a tan solo dos meses de mi partida. Mi cabeza no dejaba de dar vueltas después de la propuesta, pero solo me quedaba un día de visado en Camboya, tenía que decidir. Además me parecía egoísta que ellos pagaran para que yo volviera a casa cuando era yo el que hhabía decidido esta vida, y ya había calculado que para estas fechas estaría fuera de casa sí o sí. Mi corazón me decía que quería volver pero mi mente se negaba. Si algo he aprendido en la vida es que cuando algo es capaz de aturdirte de forma que no puedas visualizar tu situación desde fuera y tomar una decisión coherente, tienes que confiar en tus amigos para que te aconsejen. Y ellos lo tenían muy claro. Tan egoísta era yo interrumpiendo el viaje para volver a casa como mi família ofreciendome venir, pues las dos partes saliamos ganando. También me dejaron claro que estas fechas, aunque no gusten por la hipocresía que acarrean y el capitalismo se convierta en la sonrisa de quienes disfrutan las navidades con los bolsillos llenos, son fechas en las que fuera de lo material hay algo importante que celebrar, la família se convierte en una verdadera piña, y si un piñón se encuentra a 15.000 kilómetros de distáncia, deja de ser lo mismo. Decenas de ejemplos y anecdotas de mis amigos, sumados al dulce chantaje emocional de mi família, me hicieron tomar la decisión más tonta pero aliviante que he tomado en mi vida, volver a casa por navidad. Hubo dos frases que me marcaron en mi decisión. La primera fue por parte de mi família y fue: " No imaginamos unas navidades sin ti". La segunda frase fue una gran lección: "¿Pues no habías aprendido a apartar la mente y pensar con el corazón?" A veces uno tiene que tragarse su orgullo, para hacer algo importante, ser feliz y dar felicidad.

Volver a casa me costó cruzar Camboya en dos días de viaje en bus hasta llegar a Bangkok, donde tomaría un avión que me dejaría en el aeropuerto de El Prat después de hacer una pequeña escala en El Cairo. Como no tenía previsto volver hasta Mayo, el no estar preparado para el frío hizo que mi entrada a Barcelona fuera triunfal. Sentir las miradas de la gente al verme pasar la puerta de llegadas en chancletas y pantalon corto, a una temperatura de 7 grados no tuvo precio. Por suerte mis padres acudieron a buscarme con una mochila llena de ropa de abrigo, por lo que después de darles un fuerte abrazo, corrí a cambiarme en el baño. Una vez bien abrigadito era hora de volver a casa.

Algunos amigos sabían de mi llegada, otros me imaginaban en India o en Thailandia, así que decidí pasarmelo bien gastando bromas a alguno de ellos presentandome por sorpresa en algun lugar inesperado, Es divertido ver la cara de quien te imagina en la otra punta del planeta cuando, como una aparición fantasmal te presentas ante sus ojos. Y como tenía tres semanas por delante antes de que acabaran las fiestas, decidí aprovachar mi tierra natal y mi genate como nunca lo he hecho.

Con Jordi y Fran estuve de cañas y tapas, con Vero y Tere disfrutando de una buena comilona y nuestra antigua amistad. Un café rápido con Ana y otro con Lorena me hizo saber de quien menos veo y coincidiendo con Silvia y Carles, mis amigos de Un Cambio de Aires, aprovechamos para disfrutar de un café en el que la inquieta Laura no pudo faltar. Una noche en Tarragona no fue suficiente para saciar mis ganas de Jose Carlos, Lola y Rafa, y dos comidas con Rut no acabaron con mi apetito. Con Alex mantuvimos las tradiciones navideñas y compartimos nuestro amor por la música, y de Bibi y Lucian  no me he sabido despegar. Con los enfados de Teia he recordado mi loca responsabilidad, un larga mañana con Virgi que se me antojó cortísima no pudo faltar y con mi família...

Con mi família he disfrutado todo lo que he podido. En nochebuena una íntima pero más que agradable cena, éste año con una invitada sorpresa de la que hemos disfrutado un montón (Bibi gracias por tu compañía), en navidad la multitudinária comida de los abuelos y en Nochevieja, no podía faltar el atracón de uvas y los infinitos besos para dar la bienvenida al nuevo año, así como el gran desayuno de reyes antes de abrir los regalos. Además hemos innovado en tradiciones haciendo una subida familiar el Montseny (bonito parque natural catalán), donde con más o menos esfuerzo todos hemos llegado. Algunos estaréis pensando que son las típicas navidades de cualquier occidental, pero he aprendido a valorar también la belleza de la monotonía. Uno no sabe lo que tiene hasta que no se ve sin ello, y yo estuve a punto de perder una odiosa pero acogedora navidad.

Y como cada año, cuando las doce de la noche del día 31 se acercan, uno mira hacia atrás para hacer balance del año que termina y pedir buenos deseos para el año que entra. Por primera vez en mi vida, no he deseado que el 2013 sea un año mejor. Llamadme conformista, pero yo me quedo plantado en el mejor año de mi vida. No tengo más deseo que igualar lo que he aprendido este año, vivir las experiencias de este loco 2012, pues siento que he vuelto a nacer, hoy puedo decir que me siento feliz, y la monotona frase toma por fin sentido.

¡FELIZ 2013 A TODOS!













1 comentario:

  1. Disfruta muchísimo de esta vuelta a la India tan bien acompañado, será inolvidable :D Un beszao doble y cuidaros mucho! *Tere*

    ResponderEliminar