martes, 16 de octubre de 2012

Kuala Lumpur

Hola a todos!

Por fin he llegado a mi destino. Mi experiencia en Abu Dhabi ha sido enriquecedora, no me parece una ciudad fea, pero los que me conocéis ya sabéis que el lujo, el derroche y las prohibiciones no van mucho conmigo. Así que mi visita de un día ha sido más que suficiente para lo que tenía planeado, conocer una de las ciudades más importantes de los Emiratos Arabes Unidos.

Y ahora sí, empieza la verdadera ruta, la que a mi más me gusta, empieza mi camino por Asia Oriental. Mi puerta de entrada de esta segunda etapa ha sido Kula Lumpur. La verdad es que el primer día lo he pasado combatiendo el jet lag. Después de 2 noches durmiendo muy poco y la paliza de andar que me dí en Abu Dhabi, estaba deseando pillar una buena ducha y un colchón en el que descansar. Así que a las 16:00h horario malayo (suma 6 horas de diferencia con España), estaba entrando en el segundo y definitivo albergue del barrio de Chinatown de la gran capital de Malasia, y una hora más tarde estaba duchadito y metido en la cama. A las tres horas me despiertan las conversaciones de mis compañeros de habitación, pues duermo en un dormitorio con 7 personas más. Así que decido dar un paseo. Noto que mis piernas no dan mucho de sí, pues sigo agotado, así que decido dar un corto paseo por el mercado chino que hay justo debajo del albergue. Se trata del mercadillo por exceléncia de la ciudad, parece que estoy alojado en un buen enclave. Mi estomago me pide comida, así que decido sentarme en un restaurante a saborear unos deliciosos noodels (fideos) fritos al estilo mar y montaña. Que alegría reencontrarme de nuevo con la riquísima comida de Asia. Después de la cena, intento descansar un poco, pero me dan las 4 de la noche otra vez, aunque claro, en españa solo son las diez de la noche.

Me despierto sustado por la mañana. ¿Que es ese ruido? Parecía que el edificio se venía abajo. Parece ser que había sobrepasado la hora límite establecida por el hostel para dormir, y un señor parece divertirse con su martillo percutor haciendo una nueva puerta justo en frente de mi cama. Al preguntarle me dice que la habitación de chicas está muy mal situada, pues para el al baño tienen que atravesar la habitación de chicos y hace una broma sobre nuestra ropa interior y algunas extrañas poses de mis compañeros de habitación. Así que no era un terremoto, era la petición de unas delicadas princesas viajeras que duermen en albergues de 3 euros, pero eso sí, sin la desagradable vista de un hombre en calzoncillos.

Esta divertida anécdota me da pie a bromear con mi vecino de cama, un sueco llamado Benjamin, con el que me reí tanto por la mañana, que decidimos pasar el día juntos. Estuvimos paseando por Chinatown, callejeando y descubriendo mercados, templos taoístas, hinduístas, y un largo etcétera de las novedades que la ciudad nos ofrecía ante nuestros ojos. Y sin darnos cuenta, aparecimos ante la llamada al rezo de una gran mezquita antiquísima, Masjid Jamek, a la que no nos dejaron entrar por ser hora de rezo y porque mi nuevo amigo iba en pantalón corto. Pues ya volveremos en otro momento. Seguimos andando hasta dar con la Plaza Merdeka. Aunque el nombre de esta plaza saque una sonrisa a cualquier hipanohablante, el significado de merdeka en malayo es libertad, pues es la plaza conmemorativa del día de a independéncia del país. En esta enorme plaza se encuentra la bandera colgada sobre el mástil más alto del mundo (cien metros), el museo nacional de historia de la ciudad, así como la gran biblioteca nacional y algunas casas coloniales. Todo ello rodeando un gran espacio de césped, del que fue un campo de cricket, vigilado por una enorme pantalla gigante donde se exponen actos religiosos y deportes, y delimitada al otro extremo por un precioso edifico llamado Sultan Abdul Samad, que combina la arquitectura colonial islamica con arquitectura mongola. Visitamos cada uno de los edificios, descubriendo interesantes anécdotas, como que por ejemplo Kuala Lumpur quiere decir afluencia de dos ríos en chino, pues justo el centro de la ciudad es el encuentro de las aguas de los ríos Klang y Gombak. También descubrimos que la ciudad fue creada por expediciones chinas que llegaron a Malasia para la explotación de yacimientos de estaño en 1857, y aunque muchos de ellos morían por infección de malaria, el negocio era tan bueno que crearon una gran ciudad alrededor.

Al salir de la plaza merdeka el cielo empieza a coger un color oscuro que no pronostica nada bueno. Así que propongo a Benjamin buscar un restaurante local en el que poder degustar algo de comida malaya. Encontramos uno justo a la entrada de Little India, donde nos atendieron de maravilla y comimos un arroz con pollo exquisito. Durante las dos horas que duró la intensa tormenta, Benjamin y yo estuvimos charlando sobre viajes y experiencias. Comer y charlar en un restaurante abierto (sin paredes a la calle) mientras el monzón deja caer litros y litros de agua con una fuerza brutal es una de las experiencias que recomiendo a todo el mundo. Parece el fin de la humanidad, con el ensordecedor estruendo de los truenos y el gran aguacero. Y dos horas más tarde, un sol resplandeciente que nos invita a chapotear los enormes charcos de la ciudad. Salimos a pasear, esta vez orientados por las gemelas Torres Petronas, que se ven desde varios quilometros a la redonda. Por el camino, encontramos grandes rascacielos pertenecientes a hoteles, empresas y sobretodo a la banca, una reserva forestal en medio de la ciudad, en la que una impenetrable jungla protege la Kuala Lumpur Menara Tower, la Torre nacional de la ciudad que es la tercera torre de comunicaciones más alta del mundo.Nuestra pena es que la jungla está cerrada por obras y a la torre no vamos a subir porque nos parece excesivo su precio. Así que buscaremos otra forma de ver la ciudad desde arriba.

Y tras atravesar una intrerminable jungla de gigantes rascacielos, por fin las Torres Petronas. Siempre he pensado que los monumentos, edificios o curiosidades naturales de gran tamaño solo pueden disfrutarse cuando uno se encuentra frente a ellos. Y sí, uno puede ver cientas de fotos de las Torres Petronas, pero cuando uno las tiene en frente, se siente pequeño, diminuto, ante la majestuosidad de las nuevas creaciones del ser humano. ¿Como puede elevarse un edificio tan y tan alto sin riesgo alguno? Y si es difícil con uno, ¿como hacerlos con dos iguales? Las torres gemelas de Kuala Lumpur es uno de esos edificios ante los cuales uno se queda petrificado, entre la imponencia de su gran tamaño y la búsqueda de explicaciones a estas grandes construcciones. ¿Quien no ha tenido nunca un lego? Pues a partir de aquí solo hay que darle vueltas a la imaginación para perderse en un mundo de arquitectura infantil.

A la vuelta con la realidad, volvemos a Little India. Tanto Benjamin como yo echamos de menos el sabor picante de la deliciosa comida india, así que buscamos un restaurante tamil en el que degustar un buen arroz con verduras con un delicioso dhal, acompañado de un refrescante zumo de zanahorias y de postre... Un viaje en el tiempo a través de un gran vaso de chai. Por unos segundos mi paladar me transportó al país del que un día me enamoré, y entre risas y buenos recuerdos, Benjamin y yo empezamos a recordar algunas frases en hindi y los mejores lugares y experiencias en India. Todo ello acompañado de un ambiente único, pues la cena fue servida en una terraza con vistas a las petronas y a la kuala lumpur negara, que ahora sí, estaban totalmente iluminadas, como dos gigantes que velan por la seguridad de la ciudad. El día no podía acabar mejor, así que ya era hora de recogerse y descansar. Mañana será otro dia.

¿Otra vez me depierto asustado por un ruido ensordecedor? ¿No será otra puerta nueva? Con no muy buen humor miro por la ventana, está lloviendo a mares y lo que me ha despertado hoy ha sido un trueno que ha hecho vibrar hasta los cimientos del hostel. Hoy me quedo en la cama. Después de unas horas pasando el tiempo leyendo, parece que la lluvia afloja. Así que voy a aprovechar para ver algo de la ciudad. Hoy visitaré Los jardines del Lago. Nada más salir del hostel me dirijo a la estación de trenes llamada Luala Lumpur. Ni voy a coger un tren ni es la estación central de la ciudad. Se trata de la antigua estación central, cuyo diseño es de estilo colonial musulmán, y merece la pena una paradita para visitarla. Justo detrás de la estación me encuentro con Negara Masjid, la mezquita nacional de Kuala Lumpur. Se trata de la mequita más moderna que he visto nunca, y aunque mantiene su estructura musulmana, tiene un aire futurista, con el tejado acristalado multicolor y formas mucho más rectas a lo que estamos acostumbrados en la arquitectura musulmana.

Y justo destrás de la gran mezquita empieza mi ruta por los jardines del lago. Se trata de la más importante zona de respiro de la ciudad, donde los habitantes de Kuala Lumpur pueden desconectar y descansar junto a sus amigos y famílias gracia a la variedad de actividades de ocio de que dispone el parque. Me encuentro en una gran colina, en la que se se puede visitar el aviario abierto más grande del mundo, donde cientos de diferentes especies vuelan a sus anchas bajo una gigantesca red, tan grande que no se alcanza a ver de un solo vistazo, sino que hay que rodear el parque para verla por trozos. No entré porque no estoy tan interesado en las aves como para pagar los 48 ringgits (12 euros) que me pedían en la entrada, así que mejor ahorrarlos para alguna actividad que me llame más la atención. Además del aviario, también podemos visitar el planetario con su maqueta a escala del Stonehenge de Inglaterra. También hay dos jardines muy bien cuidados, uno de orquídeas y otro de hibíscus, así como un enorme parque infantil, un relajante lago donde pasear en barca, el monumento nacional, un anfiteatro para conciertos y otros eventos y una pequeña reserva de bambies, donde descubrí que existen razas del tamaño de un chihuaha. Para los curiosos, se llaman Kancil y mousedear , y no pude hacerles fotos porque estaba oscureciendo y había una red metálica entre ellas y yo. Eso sí, me reí un montón. Si investigais un poquito también veréis que forman parte de fabulas contadas a los niños de forma tradicional. Pues después de visitar el parque, y haber disfrutado un poquito de éste corto día, me dirijo dirección el hostel para una buena ducha, cenar y a dormir.

Buenos días! Éste es mi tercer y último día en Kuala Lumpur. Esta vez visito el norte de la ciudad. El motivo es que me resulta injusto y a la vez muy interesante visitar el barrio malayo de Kuala Lumpur. ¿Solamente Chinatown y Little India son dignas de ser visitadas por turistas? ¿Pero no estoy en Malasia? Pues sin hacer caso a recomendaciones me dirijo a Kampung Bharu, el barrio malayo de la ciudad, donde, para mi sorpresa, encuentro lo que realmente me gusta de un lugar, su autenticidad. Nada más bajarme del tren, la gente me mira como a un extraño, cosa que en el centro de la ciudad no pasa. Todo el mundo me saluda con una alegre sonrisa, me preguntan de que país soy, incluso muchos tocan el claxon de sus vehículos al pasar por mi lado. El barrio, se encuentra justo detrás del precioso parque que rodea las Torres Petronas, dandole un significativo contaste a la ciudad, pues desde aquí se puede apreciar la combinación entre la antigua Malasya y su acelerada evolución hacia la modernidad. Antiguas casas de madera de una sola planta, entremezcladas con pequeños restaurantes self service de comida malaya, albergan a una población no tan moderna. no tan occidental, mucho más auténtica. En Kampung Bharu no se vive tanto la mezcla del centro, donde se pueden ver restaurantes indios en chinatown, o tiendas de chinos en little india, aquí todas las mujeres visten con el pañuelo en la cabeza, y los rasgos de los habitantes de kampung Barhu son puramente malayos. Al acercarme a un restaurante para comer algo, todas las miradas se dirigieron a mi, entre risas y admiración, gestos de sorpresa, fui amablemente atendido por la pareja dueña del local. Como era self service aproveché para probar de todo un poco, rico pescado a la brasa, carne seca especiada, pollo con salsa dulce, y como no, un buen plato de arroz. Mientras comía, en la televisión emitían una película de cine malayo antiguo, o por lo menos daba la sensación de no ser muy de ahora, pero algunos no pudieron resistir la tentación de pasar la hora de la comida mirandome y riendose, haciendo gestos y carantoñas. Ahora sí, me siento de nuevo en Asia, el continente desconocido en el que mis ojos redondos o mi tullida barba son motivo de sorpresa.

Después de la agradable comida, seguí caminando hacia el norte, hasta encontrarme con otra zona de ocio y descanso, el lago Titiwangsa. Hoy es domingo, así que creo que he elegido el mejor día para disfrutar de este gran parque, donde apenas hay un gran lago y un escenario, pero donde la gente disfruta de su día libre compartiendo buenos momentos con sus gentes, y disfrutando de las actividades y hobbies que más les gusta. Entre otros, pude contemplar a jovenes estudiantes de artes marciales practicando sus técnicas más estratégicas, padres llevando a sus hijos al parque, o el momento más divertido, el concurso malayo de jovenes promesas del heavy metal, donde montones de grupos amateurs desafinaban sus instrumentos y sus voces imitando a clásicos como Metállica, AC/DC o Nirvana. Desde el lago hay unas mágnificas vstas de las colinas que rodean la ciudad, y entre ellas pude ver una enorme nuve negra que avanzaba a pasos acelerados. Oh, Oh! Me toca correr hasta la estación de tren. Hasta Pronto!













2 comentarios:

  1. Las torres petronas!! Son impresionantes, pero lo que mas ha captado mi atención es: de verdad hay bambis con el tamaño de un chihuahua??? Me gustaria verlos, y creo que a tu hermana también, a que si? Bueno sigue adelante, cuídate y muchos besos mios y de tu padre.

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  2. wau!!! Eran mas altas que las torres gemelas de Nueva york?? yo kiero un bamby chihuahua!!! ;P Sé q comento tarde...pero hasta ahora no he tenido un wekito para leer el blog :( me mantenia informada por facebook, pero ahora me lo estoy leyendo del tirón, tan interesante como el de india! Este al ser de Tailandia me trae bonitos recuerdos :) un besazo primo!!

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