jueves, 18 de octubre de 2012

Raflesia en Cameron Highlands

 Hola a todos!

Hoy he madrugado para enseñaros lo que són realmente las Cameron Highlands, el motivo por el que cada año miles de personas se desplazan hasta las zonas altas de Malasia. A las 8.45 de la mañana he quedado con un una agencia turística en que  pasaran a buscarme para ir a hacer un tour de medio día por la zona. Y los que me conoceis estais pensando: ¿Qué hace Carlos en un tour turítico, cual borrego en su rebaño? Os juro que lo intenté de todas las maneras posibles, pero al final descubrí que es imposible ir a ver a Raflesia por cuenta propia. ¿Quién es Raflesia? No es una señora malaya. Luego os lo explico.

El jeep viene a recogerme puntual en el lugar acordado. El guía me ha reservado el mejor sitio por ser el último en pasar a buscar, voy de copiloto en un Land Rover de esos que aparentan no romperse nunca, y me hizo gracia ver el gigante cuerno que llevaba en el capó. Mi pregunta es si estos coches vienen así de serio o los redecoran después.

Después de 45 minutos conduciendo, el jeep se desvía hacia un camino de barrio, y tras algunas maniobras aparca. Ya estamos en la entrada de la jungla, ahora lo que toca es caminar. Un total de 17 personas, más dos guías de la agencia, más un guía aborígen de la zona, nos adentramos en la selva profunda para ir en busca de la famosa Raflesia. Los tres guías iban armados con enormes y afilados machetes con los que nos abrirían el camino por la jungla, ya que con las habituales precipitaciones de la zona (llueve más de dos veces por día), la vegetación crece de un día para otro. Además, el guía local, lleva un tirachinas con el que va jugando todo el camino. Supongo que para no perder la práctica, pues en realidad es una herramienta de caza de los Orang Asli. Os explico un poco sobre esta etnia local. La población de las Cameron Highlands se compone de un 40% de población del sur de India, un 40% de población de China, y un 20% de otras culturas, entre las cuales están los Orang Asli. La traducción de Orang Asli al español es gente autentica, y se trata de los pocos aborígenes malayos a los cuales han pertenecido estas tierras desde hace muchos años, y que se se componen de una diversidad cultural muy variada, devido a las colonizaciones e invasiones por tema de negocio.

Depués de anda por la selva aproximadamente dos horas, pasando por ríos, zonas de lodo, puentes rudimentários, y depués de encontrarnos con varias especies de mariposas plantas medicinales y un enorme cienpiés, por fin llegamos al lugar donde habita la Raflesia, la cual es el motivo de esta excursión. La Raflesia es la flor más grande del mundo, que sólo puede encontrarse en tres países (Malasia, Indonesia y Filipinas) y que fue encontrada por un tal Raphael, y por la unión del nombre del señor que la encontró y que sólo puede encontrarse en Asia surgió el nombre de RaphaelAsia, es decir, Raflesia. Pues en verdad no es una flor, es un hongo, es decir, una gigante seta, lo cual puede apreciarse en su piel y que nace del suelo en zonas muy húmedas. Pero lo curioso de este hongo es que tiene pétalos gigantes y un bulbo en medio, por lo que Raflesia se conoce comunmente como flor. La Raflesia solo puede encontrarse en las profundidades de la jungla, y este es el motivo por el que hemos caminado dos horas para poder ver tan solo dos ejemplares. Nuestra suerte ha sido que hemos encontrado uno de ellos totalmente abierto, y el otro completamente cerrado, pues Raflesia tiene un corto periodo de apertura, y muchas veces no pueden disfrutarse sus pétalos. La verdad es que es impresionante estar delante de una espécie tan rara y tan difícil de encontrar, pero como ibamos en un tour de 17 personas, hemos tenido escasos minutos para disfrutarla, ya que se encontraba en un lugar muy pequeño y no cabíamos todos allí. Lo justo para hacerle dos fotos, observarla un poquito y salir. Este es el motivo por el que no me gustan los tours organizados. Lo bueno de ellos, es que el guía era todo un artista, y nos dió montón de información sobre la flor. Por ejemplo, una cosa que me impactó fue que en los partos de las mujeres Orang Asli se usa como compresa para frenar la pérdida de sangre y reincorporar ciertas vitaminas al cuerpo. Mi sensación después de ver esta flor es que el ser humano nunca es capaz de imaginarse las increíbles maravillas que la naturaleza esconde. Raflesia parece formar parte de un cuento, y por esto alguien preguntó, si no era ésta una flor de plástico.

El descenso solo nos llevó una hora. Por el camino los guías nos explicaron algunas propiedades sobre frutas y plantas que ibamos encontrando por el camino. Por ejemplo, vimos una fruta que sirve para bajar fiebres altas y fuertes dolores de cabeza. También nos enseñaron como obtener agua de las enormes cañas de bambú. Uno no se imagina la cantidad de agua que hay dentro y lo fácil que es obtenerla con tan solo una pedrada. La verdad es que espero no tener que usar nunca estos consejos, pero nunca están de más si algún día uno se ve perdido en medio de la selva.

De vuelta al jeep, pasamos por un pequeño poblado de los Orang Asli. Nos enseñaron como viven en casas totalmente construidas con bambú, nos enseñaron a cazar con cervatanas envenenadas, y el detalle de mal gusto de la escursión, nos enseñaron un mono atado a una cuerda que habían cazado hacía pocos días, y al que estaba alimentando para ser carne de olla en poco tiempo. Los Orang Asli se alimentan de cualquier tipo de animal que encuentren en la selva, y algunos vegetales que ellos mismos cultivan en sus propios huertos. Aunque si uno lo piensa fríamente, a veces es mejor cazar y comer que criar animales en granjas de producción masiva, sin espacio para vivir dignamente y con alimentación hormonada para su rápido crecimiento. Aquí dejo abierto un tema de debate para los más atrevidos.

Después de la visita al poblado y con un hambre de tigre, nos llevaron a un restaurante indio en el cual comimos muy bueno y barato. Y aquí acababa mi tour para mí y algunos que habíamos reservado solo para medio día. El resto seguirían su tour hacia otros puntos de interés, los cuales yo también quería visitar, pero me parecía más cómodo y barato hacerlo por mi cuenta. Pues estaba en un error, pues uno de los jeep nos llevaría hasta Tana Ratha, y desde allí salía más caro visitar estos sitios (había que volver a la zona) y una considerable perdida de tiempo. Así que hablando con el guía, pagué la diferencia y me quedé el resto del día con los nuevos amigos que había hecho en el rebaño. Así que justo después de comer nos llevaron a las plantaciones de té de Cameron Highlands. Los que me seguís desde el pricipio quizás recordeis un lugar llamado Munnar, en el sur de India, en el que visité unas plantacioenes de té junto a Sarah y Sammy. Pues bien, esto es exactamente lo mismo, pero mucho más grandes y con un grado de modernización algo desagradable para los que nos gusta lo natural y lo auténtico. La verdad es que nunca me cansaré de ver los preciosos paisajes de las plantaciones de té, sus verdes mares de montaña que hacen del paisaje una maravilla para la vista. Pero esta vez, la gran compañía de tés de Malasia había construido un bar en una gigante pasarela que se sostenía en el aire sobre las plantaciones. Vale sí, las vistas de ahí son espectaculares. ¿Pero no es más bonito ver las plantaciones introduciendote en ellas, que desde una terraza expositor, sentado en una comodísima silla y tomando una muestra de té cultivada justo en estas tierras? Para gustos los colores, pero yo me fuí directamente a pasear por las plantaciones, aunque quizás el raro sea yo, pues todo el mundo fue a la terraza de hormigón.

En mi opinión, el guía se mereció un sobresaliente, pues no todos los que trabajan para estas tierras tienen el valor de explicarnos la mala calidad del té debido a la mecanización de los procesos en los que en vez de recolectar las hojas de té una por una y coger solo las frescas, unas máquinas de motor de explosión colectan todo lo que se encuentran por el camino, y lo que uno acaba bebiendo es una mezcla de 50% de té y 50% de mezcla entre ramas, hierbajos que crecen entre las plantas, y montones de telas de araña con algunos de sus habitantes incluídos. Esto, en Munnar no pasaba, y como nuestro guía procede de ese bonito pueblo indio, protesta contra los errores de las grandes industrias que solo piensan en ganar más y más dinero. También hizo su propia revolución sobre lo que expliqué en el blog anterior en contra de los granjeros que exterminan bosques para poner sus invernaderos y contaminan las aguas de los ríos más cercanos. Yo prefiero que me cuenten la verdad, por dura que sea, que una mentira para hacer creer al turista que está en el lugar más maravilloso del mundo.

Después, los guías nos llevaron a una zona de la plantación donde nos metieron entre las plantas de té para que hicieramos el payaso mientras ellos nos tomában fotografías. Sí, es típico de guiri, pero hacer el payaso siempre se me ha dado bien. Después de visitar la fábrica de té, donde lo procesas y empaquetan, fuimos a la granja de mariposas. Se trata de un pequeño zoo de insectos, donde se pueden tener en las manos desde bichos palo, escarabajos rinoceronte, mantis, etc. Además también hay una exposición de camaleones, serpientes, sapos y escorpiones. Ah si! Se llama granja de mariposas porque hay una red gigante con decenas de especies de mariposas dentro y un poco de vegetación para recrear su hábitat. Esta parte es la que menos me gustó, porque todas las mariposas estaban en el techo, asustadas por las manadas de turistas que pasan por el centro cada día, y las que se atrevían a volar lo hacían de forma triste. En mi opinión, el que quiera ver mariposas, insectos o cualquier tipo de animales, que vaya a sus habitat a buscarlos, y si ese día no los ve, que pruebe otro día. Porque de momento no he visto ningún humano encerrado por el simple hecho de que otras especies animales puedan venir a verlo de forma masiva.

Y por último visitamos la granja de fresas. La verdad es que fue la visita menos interesante de toda la escursión. Montones de plantas de fresas colgadas en invernaderos elevados que reproducen el ecosistema holandés, lugar del que proceden todas las plantas de fresas de Cameron Highlands, pues no estamos en tierra de fresas porque no es su clima ni sus condiciones para crecer. El único motivo para tener granjas de fresas es para exportarlas, ya que no se consumen en Malasia, y hacer negocio de algo que no es propio de la tierra.

Y aquí termina la más que completa excursión de hoy, con la que uno puede visitar lo más interesante de esta zona en tan solo 8 horas y con explicaciones de todo lo que uno ve. Pero no me conformo con lo que todo el mundo quiere ver, y por suerte he conocido una chica belga en la excursión que opina como yo, así que al día siguiente nos fuimos de trekking al Gunung Brinchang, el pico más alto de todas las Cameron Highlands. No me preguntéis su nombre porque no se escribirlo, pero si puedo deciros que pasé un día divertido subiendo al monte, entre barrizales, raíces y contínua escalada. Ver la cara del conductor del bus cuando subimos con las botas encondidas tras una gruesa capa de barro no tubo precio.

Y esta tarde me la tomo para mí, porque vuelve a llover, porque llevo tres días de trekking, porque me voy a dar un merecido descanso para leer, escribir y conocer gente intersante. Además, seguro que me encuentro con seis viajeros del norte de España que conocí ayer por la noche, con los que compartí buenas risas bañadas en vino tinto francés, y interesantes conversaciones sobre como debería funcionar el mundo y lo mal que va. Es lo que tenemos los viajeros, que como no tenemos vecinos, criticamos a países enteros. Lo importante no es de lo que se hable, porque en un pequeño bar de albergue no hay nada que arreglar, lo importante son los buenos momentos que te llevas, ya que todos los viajeros que se cruzan en tu camino acaban formando parte de esta pequeña gran aventura que he decidido vivir. Buen viaje amigos. Ah! Gracias por la aguja y el vino, el segundo ya lo gasté, el primero me hará buen servicio en mi camino.
















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