domingo, 22 de abril de 2012

Orchha

 
Hola a todos!

Después de dejar Fathepur Sikri tomé un bus de nuevo a Agra, ya que Fathepur es un pueblito tan pequeño que no tiene conexiones con otras ciudades. Ya en Agra pude tomar un tren hacia Jhansi, la ciudad más cercana a mi próximo destino, Orchha. En mi guía dice que hay buses entre Jhansi y Orchha durante todo el día y hasta las 22h, pero mi sorpresa fue que el último bus había salido a las 20h. Al ser temporada baja por que es época de mucho calor, los servicios se reducen a la mitad, así que me tocó viajar en Rickshaw los 21 km que separaban Jhansi de Orchha. Eso sí, el señor fue muy amable conmigo, pues le dije que estaba hambriento y me aconsejó comer en un restaurante de carretera porque en Orchha todo cerraba muy pronto, así que nos fuimos a cenar juntos a un restaurante que estaba muy muy rico. Al llegar a Orchha, sobre las 23h, solo tenía la opción de buscar un hotel y descansar.

Orchha es un pequeño pueblo en el camino entre Agra y Kajuraho, del que la guía habla muy poco y parece no muy importante. Pero muchos viajeros me habían recomendado pasar allí un día, así que ya que está de camino, ¿por que no intentarlo? Al despertar por la mañana salí a desayunar y me puse a andar. Cual fue mi sorpresa cuando descubrí la belleza de Orchha. Se trata de un pueblo medieval, con montones de palacios y templos antiguos, lo llamé Praga de la India. Más tarde, al encontrarme con una chica de Madrid que también visitó Orchha me dijo lo mismo, sí sí, es Praga. Por 250 rupias puedes sacar un tiquet que incluse la entrada a todos los palacios y templos. Para mi gusto, lo más bonito fue salir del pueblo por un caminito, cruzar un río que lo rodea, y disfrutar del reflejo en el agua de un conjunto de templos preciosos. Además, es un pueblo que al no estar muy publicitado en las guías turísticas, resulta puramente indio. Así que aproveché para hablar con locales de Orchha, y la verdad es que hoy en día sigue sorprendiendome la hospitalidad y honestidad del pueblo indio.

Paseando al mediodía encontré un chico que se interesó por conocer un poco de ese turista que deambulaba por su pueblo. Mi dijo que acababa de montar un pequeño restaurante en su casa, y que fuese a verlo. Acabé en su casa viendo una serie de Bollywood, mascando tabaco en hoja, y compartiendo cosas de España e India en su ordenador con Internet. Lo mejor de este bonito país es que cuando te levantas nunca sabes como te va a ir el día, que nuevas sorpresas vas a encontrar, con quien vas a ir o donde vas a estar. Y lo bonito es que cada día te ofrece nuevas sorpresas. Después de tanta monotonía en España, esto hace que disfrutes cada día como si fuese el primero.

Ya a la tarde, una niña que decía llamarse Silvia, que hablaba perfectamente el español porque lo estaba estudiando en la escuela, y que acompañaba a su madre vendiendo en un puestecillo de la calle, me invitó a ver sus productos. Como le dije que iba a ir a comer me llevó al restaurante de su hermano, me subieron al terrado y Silvia trajo como a 15 niños más que me acompañarían durante la cena. Después, claro está, algo esperaban de mí. Pues lo que querían era esperar a que acabase de cenar para jugar conmigo. Se colgaban de mi espalda, de mis brazos, querían que les columpiara, se peleaban por agarrarme de la mano. Una noche muy divertida con estos niños tan agradables que antes de irme me regalaron dos pulseritas con cascabeles. Intentaré mantenerlas en mis manos todo el tiempo posible, porque cada vez que las veo me acuerdo de ellos y del buen rato que pasamos. Cuando estás en India descubres que no solo se disfrutan sus monumentos, cultura, paisajes o cosas a las que no estamos acostumbrados,  si no que la sonrisa de un niño, con esas caritas tan bonitas y esos ojazos indios, son capaces de cambiarte el ánimo hasta en el peor de tus días.

Después de cenar me fui a dormir prontito, ya que mi tren saldría a las 7 de la mañana hacia Kajuraho, y me tocaría madrugar bastante. Nos vemos mañana. Un beso a todos. Ah! Y no hagais caso a las guías, venid a Orchha, os enamorará.

Se me olvidaba una cosa. A ver, en el post de Rishikesh expliqué algo sobre los babas, pero parece que hubo confusión con otra foto que colgué. La primera foto, el de la cara azul era un niño disfrazado de Shiva, el dios de la destrucción. Para que quede más claro lo que es un baba os he dejado una bonita foto en este post. Un baba o sadhu es como un mendigo religioso, que lleva una vida lo más simple posible, es decir que son los maestros del no hacer. Se dedican a la meditación, al rezo, al canto de mantras, viven en la calle o en cuevas en las montañas, algunos en ashrams, se alimentan de las donaciones de sus fieles, y dan consejo a quien quera pedir, ya que al dedicar su vida a la meditación adquieren conocimientos que las personas que nos ocupamos de trabajar y vivir no llegamos a conocer. Para relajar su mente y conectar con lo divino fuman chilum a todas horas, que es una pipa rellena de marihuana, ya que es una droga sagrada en la India la cual Shiva ya fumaba en sus tiempos. Sus vestimentas y maquillaje son puramente religiosos, según al dios que sigan llevarán una imagen u otra.

Bueno, si teneis alguna duda sobre los babas, podéis escribir. Espero haber aclarado algunas dudillas que había por ahí. Ahora sí un beso a todos,










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