Hola a todos!
Como mencioné en el post de Jaisalmer, considero que la excursión al desierto merece su propio post, así que vamos a ello, o como se diria en hindi: Chaló Chaló. Bueno, para los que sabéis un poco más de mis aventuras os acordaréis de que el verano pasado estuve en marruecos y visité el desierto del Sahara. Pues las recomendaciones sobre el desierto del Thar eran que si ya había estado en el Sahara mejor no ir, porque el Thar es un desierto muy pequeño, con dunas minúsculas y me dijeron que me decepcionaría. Al principio me tomé el consejo al pie de la letra y no quise ir, pero con los días, empecé a recordar mi experiencia en el Sahara, el brillo de las estrellas en las noches del desierto y la belleza y diversión de las dunas. Que más da que sea pequeño y másd feo, lo importante del desierto es sentirlo, vivirlo y encima esta vez iriía acompañado por mi buen amigo George. Así que... Chaló Chaló.
A las 14h nos esperaba Muna (el jefe del hotel donde nos alojamos) en la entrada del fuerte conun jeep, su correspondiente conductor y una chica de Corea del Sur de cuyo nombre no conseguí aprender (me permitió que la llamara MG), que también se apuntaba a la experiencia. Cargamos eo jeep con comida, una buena garrafa de agua, y unas galletitas mágicas que compramos llamadas bang cookies. ¿Os acordais del bang lassi? Pues lo mismo pero en galletita. Parece ser que es muy típico en los viajes al desierto y que no puede faltar las galletita del relax.
En primer luigar, y bajo un sol abrasador, nos llevaron a visitar unos monumetos de cremación para las celebraciones fuerarias. La verdad es que no impactan mucho, y además no estaban en fucionamiento en ee momento. Un monumento más. Luego, en el camino paramos para ver un templo jainísta bastante bonito, y algunos pueblitos en mitad de la nada, con casitas hechas de barro y paja. Después de conducir más de mefdia hora por carreteras sin nada alrededor (desierto), 3 enormes camellos nos esperaban al borde de la carretera. Nos despedimos de Muna y el chofer, ya que nuestro camel safari estaba a punto de comenzar. No era mi primera vez en un camello, pero la verdad es que la sensación es la misma. Paz. Los pasos del camello son tranquilos, pero con lo grande que es, a cada paso mueve todo tu cuerpo como si estuvieras en un balancín. Nos fuimos adentrando cada mes más en la nada, hasta que hicimos una parada bajo 3 árboles solitarios par recolectar un poco de madera para el fuego de la noche. Mientras buscabamos ramas secas de algunos pocos arbustos, empezaron a llegar decenas de cabras, que buscaban las flores que caían del árbol para darse una merendola. Me pareció una idea divertida trepar al árbol a reclectar flores para después dar de comer a las cabritas. Al princio George y MG no querían hacerlo porque pensaban que las cabras les morderían... Aishhh! No hay nada más divertido que la gente de ciudad. Luego se animaron y pasamos un rato divertido, porque las cabras nos perseguían, nos empujaban con la cabeza, y chocaban los cuernos entre ellas para pelear por su preciada flor.
Una vez que las cabritas estaban alimentadas y teníamos bastante leña como para cocinar la cena y el desyuno, volvimos a los camellos para ir a una chozita de caña, la que los camelleros llamaban la casa de trabajo. Es donde vivían ellos mientras pasaban la temporada turística en el desierto. Allí, recogimos las mantas que nos protegerían durante la noche. Pues ya lo tenemos todo.Ahora ya sí, entramos en el verdadero desierto. Un mar de dunas doradas, que no deja crecer la vegetación. Otra vez mis ojos disfrutaban de aquella maravilla de la naturaleza. ¿Por que me gustará tanto el desierto? Para mi es un sitio mágico. Soledad, silencio, plena oscuridad en la noche, formas surrealistas durante el día, magnificas puestas de sol, estrellas que solo se pueden ver en un desierto....
Acampamos a la orilla de una duna donde Muna había dejado su jeep. Bajo la sombra de un arbusto, encendimos un fuego, y Muna preparó patatas fritas y Chay para todos. La verdad es que con el calor que hacía lo mejor era relajarse en la arena a la sombre y comer algo. Estuvimos un rato de cachondeo, hasdta que el sol dejó de apretar con tanta fuerza, y George y yo fuimo a hacer el loco a las dunas. Lo bueno de las dunas es que si encuentras una lo suficientemente alta, puedes saltar, volar, hacer volteretas, rodar. La arena de las dunas es muy blandita y al estar en pendiente, las abalanchas hacen que no duela al caer. Así que para que no tengáis que imaginar muho lo que hicimos, os he dejado una composición de los mejores momentos.
Después, los camelleros nos propusieron hacer carreras antes de la puesta de sol. Cada uno con su camello y camellero, empezamos a galopar por las dunas. Correr con un camello, a parte de doloroso (sobretodo para los hombres) es muy divertido. Después de las carreras, subimos a una duna a ver la puesta de sol. En ese momento apareció un señor con lo mejor que podría ofrecernos, una gran cerveza fria. Si, ya se que un vendedor en el desierto le quita la gracia pero... Ummm que bien nos sentó. Después de 7 días enfermos, nos la merecíamos.
Después de la puesta de sol, Muna preparó un delicioso Thali a la hoguera. Disfrutamos de la comida a oscuras, no hay nada mejor que comer con las manos, bueno sí, comer con las manos cuando nadie te ve. Y después de comer, Muna nos había preparado una bonita sorpresa. Había contratado a una familía gitana para que nos enseñara su música y baile. El padre tocaba una especie de flauta, el hijo una pandereta, la madre cantaba y la hija con deleitaba con un precioso baile. Lo mejor de todo es que nunca llegamos a verles las caras, fue un espectáculo bajo la luz de las estrellas, con lo que las sombras hacían mucho más interesante el concierto, y sobretodo el baile. Imaginaos una danza gitana india pero solamente con la silueta de la sombra. Lo demás, quedaba para la imaginación de cada uno. Eso sí, tanto George como yo coincidimos en que la falta de luz lo hizo mucho más sensual. ¿Será verdad, o será la escasez sexual del viajero? Nunca lo sabremos, pero si podemos decir que fue una noche mágica.
Después del concierto, charlamos un rato en la oscuridad y ahora sí, llegaba el mejor momento. En el desierto, cuando la gente se tumba en la arena, se produce un completo silencio de forma automática. Todo el mundo queda impresionado por la genialidad de las estrellas en el desierto. Os aseguro, para los que nunca hayas estado, que no habéis visto en la vida algo parecido. Parece como esos planetarios en 3D donde crees que puedes tocar las estrellas... Y desde este momento, cada uno deja volar su imaginación (ayudado por las galletitas que ya hacían su efecto), y nadie sabe cuando ni como se ha dormido, hasta que los primeros rallos de luz de la mañana, te despiertan con un relax encantador. Abrir los ojos y encontrarte en medio de la nada, rodeado de hermosas dunas, silencio,...NADA! No hay palabras para explicarlo. Al abrir los ojos vi como el sol empezaba a asomar entre las dunas, Muna preparaba un chay calentito, porriedge, tostadas, mantequilla, mermelada y algunas frutas para acompañar. Delicioso desayuno antes de empezar el día. Como anecdota divertida, es la hora en que todo el mundo recorre las dunas en busca de un poco de intimidad para la visita al baño matutina. Por muy romantico que sea el desierto, todos somos humanos y por la mañana necesitamos descargar. jejeje. Es la primera risa del día que te asegura que tu día va a ser precioso.
Como mencioné en el post de Jaisalmer, considero que la excursión al desierto merece su propio post, así que vamos a ello, o como se diria en hindi: Chaló Chaló. Bueno, para los que sabéis un poco más de mis aventuras os acordaréis de que el verano pasado estuve en marruecos y visité el desierto del Sahara. Pues las recomendaciones sobre el desierto del Thar eran que si ya había estado en el Sahara mejor no ir, porque el Thar es un desierto muy pequeño, con dunas minúsculas y me dijeron que me decepcionaría. Al principio me tomé el consejo al pie de la letra y no quise ir, pero con los días, empecé a recordar mi experiencia en el Sahara, el brillo de las estrellas en las noches del desierto y la belleza y diversión de las dunas. Que más da que sea pequeño y másd feo, lo importante del desierto es sentirlo, vivirlo y encima esta vez iriía acompañado por mi buen amigo George. Así que... Chaló Chaló.
A las 14h nos esperaba Muna (el jefe del hotel donde nos alojamos) en la entrada del fuerte conun jeep, su correspondiente conductor y una chica de Corea del Sur de cuyo nombre no conseguí aprender (me permitió que la llamara MG), que también se apuntaba a la experiencia. Cargamos eo jeep con comida, una buena garrafa de agua, y unas galletitas mágicas que compramos llamadas bang cookies. ¿Os acordais del bang lassi? Pues lo mismo pero en galletita. Parece ser que es muy típico en los viajes al desierto y que no puede faltar las galletita del relax.
En primer luigar, y bajo un sol abrasador, nos llevaron a visitar unos monumetos de cremación para las celebraciones fuerarias. La verdad es que no impactan mucho, y además no estaban en fucionamiento en ee momento. Un monumento más. Luego, en el camino paramos para ver un templo jainísta bastante bonito, y algunos pueblitos en mitad de la nada, con casitas hechas de barro y paja. Después de conducir más de mefdia hora por carreteras sin nada alrededor (desierto), 3 enormes camellos nos esperaban al borde de la carretera. Nos despedimos de Muna y el chofer, ya que nuestro camel safari estaba a punto de comenzar. No era mi primera vez en un camello, pero la verdad es que la sensación es la misma. Paz. Los pasos del camello son tranquilos, pero con lo grande que es, a cada paso mueve todo tu cuerpo como si estuvieras en un balancín. Nos fuimos adentrando cada mes más en la nada, hasta que hicimos una parada bajo 3 árboles solitarios par recolectar un poco de madera para el fuego de la noche. Mientras buscabamos ramas secas de algunos pocos arbustos, empezaron a llegar decenas de cabras, que buscaban las flores que caían del árbol para darse una merendola. Me pareció una idea divertida trepar al árbol a reclectar flores para después dar de comer a las cabritas. Al princio George y MG no querían hacerlo porque pensaban que las cabras les morderían... Aishhh! No hay nada más divertido que la gente de ciudad. Luego se animaron y pasamos un rato divertido, porque las cabras nos perseguían, nos empujaban con la cabeza, y chocaban los cuernos entre ellas para pelear por su preciada flor.
Una vez que las cabritas estaban alimentadas y teníamos bastante leña como para cocinar la cena y el desyuno, volvimos a los camellos para ir a una chozita de caña, la que los camelleros llamaban la casa de trabajo. Es donde vivían ellos mientras pasaban la temporada turística en el desierto. Allí, recogimos las mantas que nos protegerían durante la noche. Pues ya lo tenemos todo.Ahora ya sí, entramos en el verdadero desierto. Un mar de dunas doradas, que no deja crecer la vegetación. Otra vez mis ojos disfrutaban de aquella maravilla de la naturaleza. ¿Por que me gustará tanto el desierto? Para mi es un sitio mágico. Soledad, silencio, plena oscuridad en la noche, formas surrealistas durante el día, magnificas puestas de sol, estrellas que solo se pueden ver en un desierto....
Acampamos a la orilla de una duna donde Muna había dejado su jeep. Bajo la sombra de un arbusto, encendimos un fuego, y Muna preparó patatas fritas y Chay para todos. La verdad es que con el calor que hacía lo mejor era relajarse en la arena a la sombre y comer algo. Estuvimos un rato de cachondeo, hasdta que el sol dejó de apretar con tanta fuerza, y George y yo fuimo a hacer el loco a las dunas. Lo bueno de las dunas es que si encuentras una lo suficientemente alta, puedes saltar, volar, hacer volteretas, rodar. La arena de las dunas es muy blandita y al estar en pendiente, las abalanchas hacen que no duela al caer. Así que para que no tengáis que imaginar muho lo que hicimos, os he dejado una composición de los mejores momentos.
Después, los camelleros nos propusieron hacer carreras antes de la puesta de sol. Cada uno con su camello y camellero, empezamos a galopar por las dunas. Correr con un camello, a parte de doloroso (sobretodo para los hombres) es muy divertido. Después de las carreras, subimos a una duna a ver la puesta de sol. En ese momento apareció un señor con lo mejor que podría ofrecernos, una gran cerveza fria. Si, ya se que un vendedor en el desierto le quita la gracia pero... Ummm que bien nos sentó. Después de 7 días enfermos, nos la merecíamos.
Después de la puesta de sol, Muna preparó un delicioso Thali a la hoguera. Disfrutamos de la comida a oscuras, no hay nada mejor que comer con las manos, bueno sí, comer con las manos cuando nadie te ve. Y después de comer, Muna nos había preparado una bonita sorpresa. Había contratado a una familía gitana para que nos enseñara su música y baile. El padre tocaba una especie de flauta, el hijo una pandereta, la madre cantaba y la hija con deleitaba con un precioso baile. Lo mejor de todo es que nunca llegamos a verles las caras, fue un espectáculo bajo la luz de las estrellas, con lo que las sombras hacían mucho más interesante el concierto, y sobretodo el baile. Imaginaos una danza gitana india pero solamente con la silueta de la sombra. Lo demás, quedaba para la imaginación de cada uno. Eso sí, tanto George como yo coincidimos en que la falta de luz lo hizo mucho más sensual. ¿Será verdad, o será la escasez sexual del viajero? Nunca lo sabremos, pero si podemos decir que fue una noche mágica.
Después del concierto, charlamos un rato en la oscuridad y ahora sí, llegaba el mejor momento. En el desierto, cuando la gente se tumba en la arena, se produce un completo silencio de forma automática. Todo el mundo queda impresionado por la genialidad de las estrellas en el desierto. Os aseguro, para los que nunca hayas estado, que no habéis visto en la vida algo parecido. Parece como esos planetarios en 3D donde crees que puedes tocar las estrellas... Y desde este momento, cada uno deja volar su imaginación (ayudado por las galletitas que ya hacían su efecto), y nadie sabe cuando ni como se ha dormido, hasta que los primeros rallos de luz de la mañana, te despiertan con un relax encantador. Abrir los ojos y encontrarte en medio de la nada, rodeado de hermosas dunas, silencio,...NADA! No hay palabras para explicarlo. Al abrir los ojos vi como el sol empezaba a asomar entre las dunas, Muna preparaba un chay calentito, porriedge, tostadas, mantequilla, mermelada y algunas frutas para acompañar. Delicioso desayuno antes de empezar el día. Como anecdota divertida, es la hora en que todo el mundo recorre las dunas en busca de un poco de intimidad para la visita al baño matutina. Por muy romantico que sea el desierto, todos somos humanos y por la mañana necesitamos descargar. jejeje. Es la primera risa del día que te asegura que tu día va a ser precioso.
Que maravilla tete!!!!! te lo deviste pasar genial, tiene que ser algo increible,estar en mitad de la noche con todas esas estrellas esa oscuridad y ese silencio....bueno me lo imagino pero creo que sentirlo tiene que ser maravilloso, y tirarte por las dunas rodando y brincando....
ResponderEliminarbueno...sin palabras, ahora eso si acabarías de arena hasta los webis no? cuando vuelvas no te voy a conocer con esa pinta que se está poniendo de indio, todo moreno (casi negro ) y esas ropas tan hippies...jo!!! como me gusta, ya sabes que a mí esas ropas y ese estilo de vida siempre me han gustado, bueno pues sigue disfrutando ahora que ya estás bién y disfruta al maximo de esas tierras que ya te queda poco tiempo que estar ahí... Muchos Kisses.
¡¡¡¡TE QUIERO!!!!
Ando un pokillo perdida de nuevo...=( esk no tengo tiempo, sorry!! en cuanto pueda leelo todo lo q me e perdido! Animo Carlos!!! e leido x ai q as estado malito no?? =( sxo q ya estés bien y sigas iendo a x todas!! un beszo!! x cierto 2 amigas se van a la india este verano ;P!
ResponderEliminarYuhuuu!!! ya lo e leido todo!!! =D ESPECTACULAR!!! impresionante todo, los templos, las puestas de sol, la comida, los paisajes, el desierto, la gente...sin palabras! ;) q bonito seria vivirlo, disfrutalo al máximo Carlos!! un besazo y nos vmos pronto!! muakaaa!!
ResponderEliminar¡Guapetón!
ResponderEliminarVen ya, ¿no? Que se te echa de menos, jo! Cuando vuelvas te voy a dar un achuchón y a estrujarte como una naranja :)!
P.d. Las cabras no muerden, y si lo hacen no pueden hacer mucho daño porque no tienen dientes en la encía superior... tienen un rodete dentario que les va muy bien para cortar la hierba con los dientes de la encía inferior. Lo mismo les pasa a las vacas y las ovejas, fíjate si las vuelves a tener delante.
Holaaa...SIN PALABRAS....jajajjaajaj me encanta verte disfrutar unas fotos preciosas besitos besitos muchos muchos...
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