Hoy nos toca pagar
las consecuencias de la juerga de anoche. El despertador de Mariano ha sonado
muy pronto, pues tiene que tomar un tren dirección Nepal ya que es su último día
de visado en India. Con la resaca que tiene yo no se si hubiera sido capaz,
pero tiene que hacerlo. Al abrir los ojos la imagen que veo me hace volver a
dormirme. Cuatro hombres con olor a todos los día que hemos estado en el kumbh
mela sin un lugar donde asearnos, durmiendo en dos camas de plaza y media de un
cutre hotel de Varanasi, despues de una noche de exceso con el alcohol. ¿Hay
algo más deprimente?
A media mañana,
nuestros cuerpos empiezan a reaccionar, Mariano ya debe estar en el tren camino
a Nepal, y nosotros vamos pasando uno a uno por la ducha, perdiendo nuestro
olor a animal y recuperando nuestro tono de piel real. Nos damos cuenta de que
uno se dejó la mochila en el bar de anoche, otro se volvió descanlzo, así que
ya sabemos donde vamos a desayunar. Cuando llegamos al bar nos encontramos a
los trabajadores del lugar viendo los videos que habían grabado las camaras de
seguridad durante la noche de juerga. Decidimos no quedarnos a ver el penoso
espactáculo y darle algo de alimento a nuestros estómagos para recuperarnos del
malestar de la resaca.
El dueño del bar, al
ver la gravedad de la infección de mi pie, pues se lo tuve que enseñar al verme
que andaba cojo, decidió instalarme una cama en medio del comedor, y me dijo
que me quedara allí el tiempo que hiciera falta. Vale, sí, es una buena técnica
para asegurarse el gasto en comida que voy a hacer y quizás el de alguno de mis
amigos, pero el trato que me dieron durante los días que he estado en su bar,
para mi dejan en el olvido cualquier pensamiento de malintención por su parte.
Creo que lo hicieron de corazón, por ayudarme, y mi percepción es lo que cuenta
para mi.
Mientras yo reposaba
en mi nueva cama improvisada, mis amigos se dedicaban a visitar Varanasi. A mi
no me dolía tanto porque yo estuve disfrutando de esta increíble ciudad en
Abril del año pasado, pero si que me resultaba aburrido pasar los días tumbado
en una cama. Por suerte, el bar contaba con wifi, y podía entretenerme con
internet, leyendo unos libros que traje de casa, estudiando Hindi e Inglés y
conociendo a todo aquel que entraba a comer en el bar. Mis amigos iban
haciendome visitas regulares parea ver como me encontraba.
El primer médico que
me visitó, me recetó antibioticos y calmantes para el dolor, y me envió a
visitar a otro doctor, quien después de hacerme unas curas con cremas, me vendó
el pie y me dijo que mañana tendría que regresar para operarme. En ese momento
el miedo recorrió mi cuerpo, pues una operación fuera de casa no me hacia ni
pizca de gracia. Por suerte tenia a mis amigos Mariano y Antonio que me
acompañaron todos los días que necesité visitar el hospital. Y por mucho miedo
que tuviera a una operación, estaba ya cansado del dolor que me provocaba la
infección, muchas noches no me dejaba ni dormir, y ya llevaba más de dos
semanas sin poder andar,
Al dia siguiente
regresamos al hospital para que me operasen. Primero pasamos por taquilla a
pagar los dos euros que me costó la operación, y después pasé directamente al
quirófano, un lugar donde la higiene era igual al del resto del país, donde los
medicamentos eran guardados en muebles de madera carcomidos por las termitas,
donde las tuberías chorreaban óxido. Antes de la operación quise informarme
bien de todo lo que iban a hacerme. El médico me explicó que iba a inyectarme
anestesia en la zona de la infección y que es lo único que me dolería un
poquito, y después de la anestesia ya no sentiría nada, y entonces rajaría la
piel para extraer toda la pus. La verdad es que lo de la anestésia me dejó
mucho más tranquilo.
Conforme la pus iba
saliendo yo iba notando el efecto de la anestésia, que aun siendo mínimo, algo
de dolor quitaba. Llegó un momento en que el doctor sacó una especie de
bisturí, que más bien parecía un trozo de cuchilla de un cutter, y rajó mi pie
por tres partes, y en ese momento ya no sentí los cortes, supongo que gracias a
la anestésia y a que estaba rajando piel muerta sin sensibilidad. Después
volvía a ver las estrellas cuando tocó apretar para que lo que quedaba de pus
saliera por esos cortes. Cuando el doctor acabó yo estaba cansado, había
conocido los límites del dolor en mi cuerpo, me sentía con el estómago revuelto
y los músculos de todo mi cuerpo dolorido. No podía pensar. El doctor vendó mi
pie con unas cremas y me mandó a
descansar. Al día siguiente tendría que volver para cortar la piel muerta, pero
según el doctor, esto era totalmente indoloro. Yo ya no sabía si creerlo, pero
ya que estaba curandome, tendría que acabarlo.
Durante todo el día
no quise saber nada de nadie. Me tumbé en la cama intentando descansar. Pero
cada vez que me relajaba mi mente reproducía el dolor en mi cuerpo, podía
sentir en cada momento la aguja atravesando mi pie. Creo que la operación había
creado un pequeño trauma en mi cabeza. Una de las veces que casi consigo
dormirme, me desperté sobresaltado. Por suerte mis amigos estaban allí para
cuidarme, atenderme, entretenerme, y darme todos los mimos que necesitaba. La
verdad es que no se que hubiera hecho sin ellos, no se si habría resistido la
situación, y quizás hubiera vuelto a mi casa en busca del apoyo que solo la
familia y los buenos amigos pueden dar. Los trabajadores del bar también se preocupaban
de mi, venían a jugar conmigo, a hacerme bromas. Pero el que no me sacó ojo de
encima fue Abu, a quien le cogí un cariño mágico. No me dejaba ni darle las
gracias, porque decía que las cosas que se hacen por el karma no deben ser
agradecidas, se sentía en la obligación de ayudar.
Después de una
semana, el doctor me ha dado el alta. Me ha recetado la crema desinfectante
para que me la siga aplicando durante 5 días más, pero ahora ya puedo andar y
el trauma ha desapercido por completo, o por lo menos ya no me molesta para
dormir. Bueno, la verdad es que después de casi un mes con el pie malo, me he
acostumbrado a no usar esa pierna, o usarla mal (andando con el costado del
pie), así que ahora me canso antes de la pierna izquierda que de la derecha.
Así que mis paseos son de tiempo limitado, y requieren algunos descansos, pero
no sabéis la alegría que me da poder salir a la calle y caminar por dond eme
plazca.
PD: Quiero dar las
gracias a todas aquellas personas que me han ayudado en los momentos difíciles.
Cuando el viaje se complica y te sientes lejos de casa, tener a tu lado gente
de esta valía no tiene precio. Infinitamente agradecido.
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