Hola a todos!
Con la ayuda de mis amigos buscamos un rickshaw que nos llevara a la estación de autobuses, y en cuatro horas estabamos sanos y salvos en varanasi, la ciudad más cercana al Kumbh Mela. En Varanasi todos los hoteles estaban llenos, pues la gente que asistía al Kumbh Mela después iba a Varanasi, y debido al temporal todos habíamos marchado a la misma ciudad, Nos costó encontrar un lugar donde dormir, pero cuando por fin lo conseguimos, lo celebramos con una gran fiesta a base de cerveza, rumba y bailes con los trabajadores del bar. Mañana será un duro día de resaca, pero hoy... ¡¡¡Que nos quiten lo bailao!!!
El día siguiente de
despedir a Maria lo pasé relajado en Pahar Ganj, el barrio mochilero de Delhi.
Ahora tenía que adaptarme a estar solo de nuevo, a tomar las decisiones por mi
cuenta, a preparar mis nuevas experiencias. Al día siguiente partiría rumbo al
Kumbh Mela, y sabía que venían unos días durillos, así que pasé todo el día sin
hacer nada.
Después de dormir
algunas horas, Me despierto a las cuatro de a madrugada para tomar el tren que
me llevaría a Allahabad. Después del gran madrugón, de media hora congelado en
un autorickshaw que me llevó a la estación de tren de Vieja Delhi, averiguo que
mi tren lleva seis horas de restraso, y saldrá a las doce de la mañana. Muerto
de sueño decido ir a desayunar, y en el bar me doy cuenta de que día es hoy, el
día de la república. La decoración de las calles y bares con los colores de la
bandera India me hacen recordar a los inicios de mi viaje, hace ya un año,
cuando el tercer día después de aterrizar en Mumbai, celebraba con mi amiga japonesa
Miki este gran dia para el publo indio. Mientras desayunaba mi mente viajaba
entre recuerdos por el sur de India, recordaba buenos momentos con
ineteresantes personas que he conocido en el camino, recordaba mis regresos a
España, mis viajes por el sureste asiático. Estaba tomando consciencia de que
hace un año mi vida había cambiado por completo, y que el 2012 había sido uno
de los mejores años de mi vida, de crecimiento, aprendizaje y disfrute de la
libertad y felicidad que da viajar.
Después del desayuno
y con la buena vibtración que me había provocado recordar, busqué un lugar
donde domir un ratito. En la estación de tren me ofrecieron una sala de espera
donde había algunas camas de madera, sin colchon, algo duras, pero suficiente
como para dar una cabezadita de dos o tres horas. Una vez que el tren partió,
me relajé en espera de las doce supuestas horas de trayecto entre Delhi y
Allahabad, que al final se convirtieron en diecisiete. Hay que acostumrarse a
que India es así, y que once horas totales de retraso no hacen enfadar a nadie.
Eso si, yo estaba preocupado porque había quedado con Alex, el amigo que
conocimos en Rajasthan, y once hjoras de retraso no creo que las espere nadie.
Cuando llegué a la
estación de Allahabad eran las tres de la noche. Miles, no se si millones de
personas bajaban de los trenes que llegaban a la ciudad, y peregrinaban los
ocho kilómetros que había entre la estación y el centro del festival. Un joven
Indio me invitó a colgarme en el lateral de un rickshaw, así que ni me lo
pensé, y viajé un trozo del trayecto enganchado como un mono manteniendo el
equilibrio. Llegamos a las puerta del Kumbh Mela y nos dicen que todavía quedan
cuatro kilómetros más andando. Entre millones de personas sigo a las masas como
si de un gran ganado se tratase, ellos seguro que saben donde van.
Antes de seguir
explicando mis experiencias en el Kumbh Mela me gustaría explicar un poco en
que consiste este festival. Se trata de la peregrinación más grande del mundo,
en la que se construye una ciudad improvisada en mitad de la nada, rodeando la
unión de tres ríos sagrados: el famoso Ganges, el Yamuna, y un río espiritual
que une la tierra con los cielos, llamado Saraswati, que como en verdad no
existe, pues hay que imaginarselo. Cuenta la leyenda que hace muchos años,
cuando el hombre aún no existía y los dioses reinaban la tierra, navegaba un
barco que transportaba el Kumbh (jarrón) que contenía el elixir de la
inmortalidad. Una lucha encarnizada enfrentó a dioses y demonios por la
posesión del preciado líquido. VIshnú se apoderó de él, pero en huida
desesperada a través del cielo, perdió cuatro gotas. Éstas cayeron sobre la
tierra y constituyeron el orígen de cuatro ciudades, sagradas desde entonces:
Haridwar, Nashik, Ujain y Allahabad. El festival del jarrón "Kumbh
Mela" tiene lugar cada doce años en cada una de estas ciudades de modo
alternativo, en el que se concentran millones de personas para tomar el baño de
la inmortalidad. En esta ocasión, el Kumbh Mela se celebra en Allahabad después
de doce años, y coincide con una alineación planetaria que solo ocurre cada
ciento cuarenta i cuatro años, por lo que el Kumbh Mela 2013 se convierte en el
festival más especial de este siglo.
Siguiendo a los
millones de personas que estaban llegando al Kumbh Mela me dirigía al Sangam,
que es la unión de los tres ríos, el lugar más sagrado de Allahabad. Por el
camino empecé a ver como estaba organizado el festival. Millones de tiendas de
campaña instaladas a través de kilómetros y kilómetros cuadrados de desierto,
hacían que des noche fuera un espactáculo luminosos. Para que os hagais una
idea, imaginad la feria más grande que hayáis visitado nunca y multiplicadla al
infinito, porque el recinto del Kumbh Mela es tan grande que la vista se pierde
en el horizonte sin ver donde termina.
Después de más de una
hora andando llegábamos al Sangam. A las
cuatro y media de la noche, con una temperatura bastante baja, millones de
Indios tomaban su baño sabrado en la conjunción de los ríos. Unos salían mojados
temblando de frío, otros entraban ilusionados al agua. Ver aquella marea de
gente haciendose un hueco por entrar al agua y recibir el elixir de la
inmortalidad pone a uno los pelos de punta. Millones de personas concentradas
por una cuestión de fe basada en la mitologia, muchos rezando, otros dando
ofrendas de fuego o incienso a los ríos. La gente se cambiaba a orillas del
Sangam, para quitarse la ropa mojada que les helaba los cuerpos. Yo, impactado
por lo que estaba viviendo, empecé a caminar con la camara en la mano,
fotografiando todo aquello que me llamaba la atención, impreisonado por la
imagen del baño sagrado. Ahora si sentía que había llegado a mi objetivo de
este viaje, estaba en el Kumbh Mela.
Caminando encontré a
Sadhus que se desprendían de sus vestimentas color azafrán y se metían en el
agua con tangas de trapo improvisados a modo de taparabos. Mojaban sus largas
barbas y su largo pelo enrastado en las aguas del Ganges y el Yamuna,
realizaban las abluciones tal y como marca la religión, dejaban correr el agua
entre sus dedos en forma de respeto a lo divino y por último bebían de las
contaminadas aguas del Sangam. No hay que olvidar que el Ganges es el río más
sagrado del mundo, pero también el más contaminado, no solo por los vertidos
indutriales sinó por los desechos fecales de los millones de habitantes que
viven a orillas del río como por la putrefacción de los muertos que se lanzan a
las profundidades del Ganges y las cenizas de los muertos quemados que se
lanzan para su purificación. Aún y así ellos beben de esas aguas sin sufrir
daño alguno, cosa que no creo que tenga una explicación científica sino que es
más cuestión de mentalidad y fe.
Cuando empezó a
amanecer decidí cruzar uno de los puentes que llevabana la otra orilla del Sangam. Este lugar no
estaba tan masificado y había más Sadhus que habían instalado allí sus
monasterios improvisados de tela y cañas de bambú. Cuando les estaba haciendo
fotos en sus baños sagrados, uno de ellos em invitó a su monasterio a
desayunar. Me sentaron a orillas del fuego sagrado, al lado de su gran gurú, al
que tuve que mostrar respeto tocandole los pies. Después fuí invitado a tomar
chai, galletas y cerales. Curiosos y con un ínfimo nivel de inglés intentaban
preguntarme por mi vida y por el interés que tenía en visitar el festival.
También me invitaron a instalarme en sus monastario y quedarme allí a dormir y
comer cuanto quisiera, pero justo ahora acababa de llegar y quería disfrutar de
la locura que preparaba este gran día, pues segun los sadhus había llegado el
27 de Enero, el día del gran baño sagrado.
Salí a la calle y
seguí impresionandome por las oleadas de gente que seguían llegando, todos
cargados con sus pertenencias en la cabeza. Algunos de ellos venían para el
gran baño, otros para quedarse en el fesival. Un intenso rojo y enorme sol
empezó a salir al otro lado del río, los monasterios gritaban sus mantras a
traves de potentes altavoces, la orilla del río era un hervidero de gente
chapoteando. Creo no haber vivido un momento tan mágico nunca, era perfecto,
todos mis sentidos estaban por encima de sus capacidades. En ese momento, a mi
lado la gente empezó a gritar, todo el mundo se apartaba y dejaba un gran
pasillo vacío de entrada al río. Yo no sabía que estaba pasando pero quería
estar ahí. Al asomar la cabeza vi un grupo de unos veinte sadhus, totalmente
desnudos, cubiertos por ceniza, con el pelo lleno de rastas y largas barbas.
Gritaban mantas religiosos en honor al dios Shiva, agitaban unas enormes
lanzas, alzaban imponentes sables ensangrentados, tocaban tamborcillos y
platillos. De repente todos saltaron al agua. gritaban, chapoteaban con
brusquedad. Me encontraba delante del gran baño sagrado de una de las castas de
sadhus más estramboticos de la India, los Naga Baba. Estos sadhus suelen vivir
en los bosques o en las cuevas del Himalaya, totalmente desnudos y habiendo
rechazado a todo lo material. Cubren sus cuerpos con ceniza para aislarse del
frío y viven de lo que les da la naturaleza. Dedican su vida a la meditación,
oración y conocimiento divino.
Después del baño de
los Naga Baba me di cuenta que estaba demasiado cansado para seguir arrastrando
de mi mochila. Volví a la ciudad en busca de un hotel. Con motivo del festival
los hoteles habían aprovechado para incrementar los precios de manera desorbitada,
así que decidí optar por un consejo que me había dado un viajero, y visité el
Rainbow Love Camp. Este lugar es un campamento hippie nacido en los 60 en
California, que se va moviendo por el mundo en busca de un estilo de vida
alternativo basado en el amor, la cooperacion y la tolerancia hacia todo ser
vivo. Allí fui recibido con un "Bienvenido a casa" por unos
desconocidos que en poco tiempo pasarían a ser como mi pequeña familia en
India. Me ofrecieron alojamiento gratuito en grandes tiendas de plastico y dos
comidas al dias que se financiaban a traves de un "gorrito magico"
que se pasaba después de cada comida y al que cada uno aportaba lo que
buenamente podía. Así que como empecé a hacer buenas amistades ya conocer gente muy interesante, los cinco días
que tenía previsto pasar allí se acabaron convirtiendo en veintidos fantasticos
días, que pude disfrutar muchísimo.
La vida en el
campamento era muy relajada. Por las mañanas algunos expertos en yoga nos daban
clases para poner el cuerpo y la mente en forma. También hicimos algunas clases
de meditación asistida. Como cada uno enseñaba lo que podía, yo estuve dando
clases de español a una chica rusa, y algunas clases de guitarra a un chico
canadiense y otro israelí. También me enseñaron a peinar rastas, di algunas
clases de fotografia y disfrutamos de los instrumentos más intenacionales e
interesantes, como el dijeridoo australiano, el ud turco, los hands, una
violinista francesa entregada a la música de los balcanes, timbales y jambees
de todos los tipos, y como no, guitarras y ukeleles como para no aburrirse. Las
noches se convertían en conciertos de improvisación, en las que se fusionaban
distintos instrumentos y estilos musicales. Durante el día gestianabamos los
residuos del campamento, preparabamos la comida para todos, algunos limpiaban
baños, otros arreglaban o mejoraban algunas cosas del campamento. A diez
minutos a pie había un pequeño rio donde el agua no esra tan sucia como en el
Ganges. Allí, nos bañabamos desnudos rodeados de la naturaleza más salvaje.
Grandes pajaros habitaban la zona y los pastores recorrian las orillas del rio
en busca de alimento para sus ovejas. Era como un pequeño paraíso en que todos
eramos felices, nos enseñabamos cosas sobre nuestros limitados conocimientos de
algo concreto y compartíamos y disfrutamos de largas e interesantes
conversaciones.
Durante el día
visitabamos las diferentes zonas del Kumbh Mela. El simple hecho de pasear
entre las tiendas y ver la vida de los monasterios improvisados para la ocasión
ya merecía la pena. Cada ciertas horas se repartía el prasad, que es comida
santa que ofrecen los monasterios para que todo el mundo pueda comer de forma
gratuita. Para los chais, solo teníamos que ser invitados por los sadhus que
querían compañía occidental y curiosear sobre nuestras vidas. Para los
fumadores de marihuana exactamente lo mismo, los sadhus salían a la busqueda de
turistas a los que invitar a unas caladas de sus pipas sagradas llamadas
Shilum. Así, pasabamos los dias visitando a los Hare Krishna, con los que
compartíamos alegre canticos, bailes y buena comida a la que tambien
contribuiamos en la cocina. También visitabamos a los estrambóticos Naga Baba
en sus tiendas. Como un Baba o Sadhu renuncia a todo lo material, incluido el
placer sexual, hacen demostraciones publicas de rechazo en cada momento. Por
ejemplo había un baba que arrastraba un camión con sus genitales, otro que se
enrollaba un sable, otro que se había grapado un billete de cien rupias justo
en la punta, otro baba que había prometido vivir de pie, y no se sentaba ni
tumbaba ni para dormir, así que le prepararaon un columpio para poder apollarse
a descansar, otro que prometió vivi con un brazo alzado y nunca lo bajaba... y
así, a ver quien hacía la promesa más dura en función de renuncia material o
sacrificio físico. Otra cosa que llama mucho la atención es la imagen de los
Sadhus, que a parte de ir cubiertos con ceniza, todos llevan largas rastas,
algunos más largas que su propio cuerpo y las tienen que llevar bien
enrolladas, y sobretodo los maquillajes religiosos que se hace cubriendo la
frente y los ojos, y a veces buena parte del cuerpo. Además, los babas pasan
todo el dia fumando marihuana y comiendo opio con el fin de conectar más
facilmentre con dios, por lo que su caracter es de lo mas divertido.
Los días pasaban en
el campamento entre visitas a los sadhus y el disfrutar del llegar y partir de
nuevos turistas hippies. Hice buenos amigos con los que compartí grandes
experiencias. Asistíamos a los días sagrados de baño, y nos refrescabamos en
las putrefactas aguas del Ganges imitando la fe hindú. Hasta que llegó el gran
día, la gran fiesta del Kumbh Mela, el día del gran baño sagrado. El diez de
febrero a las dos de la noche, salimos en grupo desde el Rainbow Love Camp unas
treinta personas, en busca del elixir de la inmortalidad. Cuando llegamos al
Sangam dos horas después, nos vimos inmersos en la gran locura del Kumbh Mela.
Setenta Millones de personas nos disponíamos a tomar el baño sagrado ese mismo
día. El suelo vibraba ante nuestros pasos, las señoras hacían irrompibles
trenecitos agarradas a los sarees. Todo el mundo empujaba, todos querían llegar
al agua, pero nadie quería perder sus ropas. Como era de noche y todavía hacía
frío, muchos decidimos bañarnos desnudos, pues los Naga Baba también se
bañanaban así, no iban a detenernos. Eso sí, fuimos el espactáculo entre todos
los indios. Después de darnos el energético y multitudinário baño, decidimos
que lo mejor era abandonar ese lugar, pues los empujones y sobrepoblación era
asfixiante.
Fuimos a un rincón
donde parecía que podíamos encontrar chai caliente. Y por el camino nos
encontramos con algunos canales de televisión que querían hacernos algunas
entrevistas sorpendidos de que los turistas visitaramos su gran fiesta hindú.
Acabamos cantando rumbas para la televisión india, que al día siguiente fue
televisado en las diez cadenas más importantes del país, eramos famosos en
India entera. Después del chai y de vuelta al campamento, nos encontramos con
una procesión de Naga Baba que venían de darse el baño sagrado. La caravana
provocó que cortaran las carreteras por las que ibamos a pasar, y de repente la
gente se acumuló en una masa humana que no avanzaba ni para alante ni para
atrás. Aquello era una verdadera locura en la que uno intentaba sacar la cabeza
arriba en busca de aire. La procesión era larga, los babas desfilaban en sus
carrozas bendiciendo a todo el mundo, lanzando petalos de flores, parecían los
reyes magos de oriente, pero en la versión desnuda. Cuando se descongestionó el
atasco, la gente empezó a empujar hacia sus direcciones y se provocaron como
rios de gente de los que uno no podía escapar. Al final, decidimos cruzar por
una procesión de Babas arriesgandonos a recibir un masaje de bambu de los
policias que vigilaban la zona. En una tres horas habíamos quedado para comer
con los Hare Krishna, pero estabamos tan cansados, que nos echamos a un lado de
la carretera a dormir.
Cuando nos
despertamos fuimos con los Hare Krishna, les ayudamos con la cocina y limpieza
de la terraza donde ibamos a comer. Bailamos, comimos, reimos. Había sido un
gran día, pero ahora tocaba volver al campamento.
Los días siguientes
los pasé sin moverme del Rainbow Love Camp, pues parece ser que el baño en el
Ganges me había provocado una infección en la planta del pie por una herida
abierta. Como me dolía al andar decidí quedarme entre el campamento y el río,
que era lo más cercano. Empecé a curarmelo bien y a tomar antibióticos pero la
inflamación cada día era más grande. Por el dolor no me atrevía a dejar el
campamento, ya que estabamos a más de una hora andando de la ciudad, así que
hasta que no aflojara no me iría.
De repente, un
temporal de dos días se descargó contra el campamento. Dos días enteros
lloviendo a cantaros y con un viento que destrozó todo, tiendas y monasterios
incluidos. La segunda noche tuvimos que abandonar el Rainbow porque había
quedado destrozado e inundado. Suerte que unos babas nos dejaron dormir esa
noche en su monsaterio. Pero también se calaba el agua entre sus tiendas y
eramos demasiada gente para estar allí. Así que lo tomé como una señal,
debíamos abandonar el campamento.
Con la ayuda de mis amigos buscamos un rickshaw que nos llevara a la estación de autobuses, y en cuatro horas estabamos sanos y salvos en varanasi, la ciudad más cercana al Kumbh Mela. En Varanasi todos los hoteles estaban llenos, pues la gente que asistía al Kumbh Mela después iba a Varanasi, y debido al temporal todos habíamos marchado a la misma ciudad, Nos costó encontrar un lugar donde dormir, pero cuando por fin lo conseguimos, lo celebramos con una gran fiesta a base de cerveza, rumba y bailes con los trabajadores del bar. Mañana será un duro día de resaca, pero hoy... ¡¡¡Que nos quiten lo bailao!!!
Que experiencia mas bonita!! Salvo la infección del pie, lo deviste disfrutar a tope, otra experiencia mas para la mochila que siempre te ha mencionado tu padre, no la del viaje a India sino la del viaje a través de la vida...
ResponderEliminarUn besazo!!