jueves, 5 de julio de 2012

Pashupatinath y Boudha

 Hola a todos!

Entre pena y alegría, llega mi último día de excursiones, pues ya me queda menos para volver a casa y tengo que acabar mis compras y gestiones para la vuelta. Me entristece acabar con esta aventura, porque después de cuatro meses tengo la sensación de que no ha hecho más que empezar. Vamos, que no es mi momento de retirarme. Pero como dejé cosas pendientes antes de venirme, hay que hacer un kit kat para poder volver después y seguri con la aventura. Por otra parte, voy a poder ver a los míos, disfrutar de mi família y mis amigos. Es el único motivo que me ayuda a afrontar la vuelta, porque el reencuentro con mi gente no tiene precio.

Pero bueno, vamos a dejar de pensar en la vuelta, que todavía me quedan dos días aquí, y hoy pienso aprovecharlo al máximo. Si algo me ha enseñado este viaje es en vivir el presente. El pasado nos condiciona por las experiencias y aprendizajes y el futuro... es impredecible. Así que vamos a vivir el presente.

Como ya hice en la excursión a Bhaktapur, no me la voy a jugar con el transporte, cada día se vive más tensión en la capital y las manifestaciones son constantes. Así que me dirijo a la estación de taxis para negociar el trayecto al barrio de Pashupatinath. ¿Os acordáis de cuando estuve en Varanasi? La ciudad de la vida y la muerte en India, donde los hinduistas van a morir para ser lanzados al Ganges. Pues Pashupatinath es un pequeño Varanasi en Nepal, el barrio donde se realizan los rituales funerarios, tanto hinduistas como budhistas, y las cremaciones para la liberación del alma. ¿Por qué aquí? Porque es el lugar donde el río Bagmati cruza la ciudad de Kathmandú. A ver, os explico, porque todo tiene un sentido. El río Ganges es el río sagrado del hinduismo, y todo hinduista debe ser cremado en sus orillas para acabar en sus aguas. Pues el río Bagmati es el único afluente del Ganges que cruza Nepal y pasa por al capital, con lo cual es considerado parte del río Ganges, ya que arrojando las cenizas de sus difuntos en el afluente, sus aguas las arrastrarán hacia el Ganges, y así pueden finalizar el ritual funerario sin la necesidad de viajar a Varanasi.

La construcción del complejo funerario está diseñada igual que en Varanasi, pero en miniatura. Hace miles de años se construyeron los ghats (escaleras) que descienden al río, donde los hinduistas pueden bajar (siemrpe descalzos), para realizar las abluciones sagradas, es decir, los baños purificantes para la limpieza del alma. Los ghats están situados a los pies del templo de Pashupatinath, el templo sagrado considerado la puerta entre la vida y la muerte, un trampolín hacia la reencarnación y la salvación del alma. Una de las diferencias más importantes enter Pashupatinath y Varanasi, son las variaciones socioculturales que hacen que el funcionamiento de los crematorios trabaje de una forma u otra. La India es un país receloso a la modernidad, reacio a la pérdida de sus costumbres ancestrales. Es lo que hace de la sociedad india, una comunidad a la que amas y odias a la vez, pues conservar esas costumbras tan antiguas y el rechazo de la entrada de occidente, capitalismo y costumbres "modernas" la hace un país hermoso y peculiar. Pero el odio viene con la incomprensión hacia algunas de sus intolerantes costumbres, como la falta de respeto al ser humano derivada por el sistema de castas, o la a veces discriminación de la mujer. Pues Nepal no es país reacio a los cambios, lo que le convierte en un país más tolerante y justo, pero a la vez mucho menos interesante por su pérdida de identidad. ¿A dónde quiero llegar con todo esto? Pues a que uno de los lugares donde más se aprecia el respeto o falta del mismo hacia ciertas clases sociales es en el crematorio. En Varanasi hay selección de crematorio según la clase social o casta (si tienes dinero te creman en la zona Vip, sino en la zona de pobres), las mujeres no pueden asistir a los ritos funerarios, y solo pueden ser cremadas las personas de religión hinduísta. En Nepal, la evolución de la sociedad con entrada de la República hace 10 años, ha ilegalizado el sistema de castas, que aunque socialmente algunos sectores sigan creyendo en él y poniendolo en práctica, legalmente se han eliminado barreras a la tolerancia. Esto quiere decir que no hay distinción de crematorio según el dinero que tengas, incluso es posible ser cremado en el crematorio real. En temas religiosos, Nepal se encuentra geográficamente ubicada entre la zona de El Tibet en China, que son Budhistas, e India que son Hinduistas, y aunque la religión oficial del país es el Hinduismo, la mayoría de la población practica más el budhismo, e incluso mucha gente practica las dos a la vez. Hay que recordar que son muy parecidas, pues Budha fue una de las reencarnaciones de Vishnú, uno de los tres dioses principales del trimurti hinduista. Esta variedad religiosa y la aceptación de la doble religión hace que cualquier persona, sea de la religión que sea, puede cremada en Pahupatinath. Y por último, la mujer tienes más derechos en Nepal y es más respetada, por lo que puede asistir al rito funerario e incluso formar parte de el como uno de los papeles principales, siempre detrás de sus hijos varones, claro está.

Pues al llegar a Pashupatinath, las sensaciones volvian a recordarme a Varanasi. El incesante olor a carne quemada, el humo y las llamas en la orilla del río recordándo que una persona estaba ardiendo allí dentro, mezclado con el misticismo espiritual de los rituales de muerte y reencarnación de los familiares, hacen que a la vez que se te gira el estómago veas aquello con una belleza única, un lugar donde pasar horas y horas entre angustia y maravillado. Tuve la suerte de poder disfrutar de un ritual completo de cremación, y aunque fueron más de 3 horas, no desperdicié la oportunidad de acompañar en la distancia a la familia en todo el proceso del funeral. En primer lugar observé como transportaban al difunto a la orilla del río, donde lo decubrirían para poder purificarlo con el agua sagrada del Bagmati. Los hijos varones, acompañados de tíos y sobrino del difunto, lo llevan con una cama de bambú desde la zona de purificación con agua a la zona de cremaciones. Al llegar al crematorio asigando, lo rodean tres veces en sentido de las agujas del reloj. Después lo depositan con la cara y los pies descubiertos en la pira funeraria, una aglomeración de maderas perfectamente dispuestas para que el difunto pueda permanecer durante todo el proceso. Una vez el difunto está colocado, llega la hora de las ofrendas. Todos los familiares, uno a uno y por orden de importancia jerárquica, llevan flores que depositan encima del cuerpo del difunto mientras recitan algun mantra sagrado. Al finalizar las ofrendas, lo único que se ve es una enorme montaña floral encima del cuerpo, con muchisimos colores, pero sobretodo el naranja, rojo amarillo y similiares, pues son los colores sagrados del hinduismo. Ahora sí, el hijo mayor coge una antorcha con fuego, la hace girar tres veces alrededor del cuerpo en sentido de las agujas del reloj, y deposita la llama bajo la cama de leña. La família se retira al lugar de observación, ya que ahora toca esperar dos horas y medía hasta que el experto en cremaciones haya terminado la movilizacion de los restos para una correcta cremación. La família no puede retirarse en ningún momento, ya que tienen que dar fe de que su familiar ha quedado totalmente convertido en cenizas, ya que cualquier resto de carne no quemada no permitiría la liberación del alma, y podría quedar atrapado en el mundo terrenal. Una vez termina la cremación llega la hora de lanzar las cenizas al Bagmati. El hijo mayor hace la promera acción para ser seguido protocolariamente por los familiares. Las cenizas se arrojarán a río con el lanzamiento de cubos de leche de vaca, pues es el animal sagrado del hinduísmo, la madre de todos los hindúes, y su leche el alimento con que ha dado la vida a toda la humanidad. Y así finaliza la ceremonia funeraria en Pashupatinath. Es mediodía, no he comido pero el acto ha cerrado mi estómago por completo, incluso me encuentro algo mareado debido al humo, el olor y el cúmulo de sensaciones que provoca a un occidental lo que yo acabo de vivir. Así que decido salir de allí con la sensación de haber vivido uno de los rituales más hermosos del mundo. Ojalá mi família estuviera preparada para hacerme un fueral com éste. Yo acabaré en un horno como si de una pizza se tratara.


Me dirijo a la estación de taxis, y negocio el precio para visitar Boudha, la estupa más grande del Valle de Kathmandú. Al llegar, me impresiona mucho su tamaño. És increíble lo que se hacía antiguamente como lugar de rezo. Vale, sí. Las estupas, una vez visto una las has visto todas. Pero Boudha es especial por su tamaño. Situada en una plaza interior, rodeada de altos edificios, y todos los visitantes rodeandola en sentido de las agujas del reloj. Monjes budhistas, debotos, turistas, todos mezclados frente a la gigante campana blanca. Los ojos de Budha pintados en las cuatro pareces de la parte superior sobre la cúpula, y las infinitas tiras de banderines de colores, símbolo de la suerte budhista. Alrededor de la plaza, miles de tiendas con souvenirs y artículos religiosos, tanto pertenecientes al Tíbet, Nepal, India y a la religión budhista e hinduísta.

Justo en el estremo sur de la gran estupa, un monastério budhista de tres plantas de alto. En la primera planta, un cilindro giratorio de dimensiones enormes, donde los fieles lo hacen girar para su bendición. Las paredes pintadas con deidades de la antiguedad, pasajes de los textos sagrados, de las historias y metáforas extraídas de las tradiciones religiosas más antiguas del mundo. En la segunda planta las paredes también estaban pintadas con más pasajes religiosos, pero en esta se encontraba la sala principal de rezo, donde justo en este momento se encontraba un grupo de monjes budhistas haciendo sus oraciones, acompañados de los instrumentos más exóticos, entre ellos una caracola de mar gigante. En la tercera planta, un balcón con mirador hacia la estupa, con las mejores vistas del enorme monumento, acompañado de esculturas religiosas bañadas en oro.

Al terminar mi visita al templo, veo un restaurante con comida típica de Bangladesh. Yo, amante de las nuevas experiencias gastronómicas, aún teniendo el estómago girado por la experiéncia de Pashupatinath, me aventuré a probar las delicias de un país desconocido para mi. Me sirvieron una picante pero deliciosa sopa de verduras, carne de bufalo cocinada con una salsa exquisita y una masa de harina a medio cocer, para mojar con la sopa o convinar con la carne. Me sentó de maravilla. Y después del banquete, de vuelta a Kathmandú, donde me espera Gibson, el chico americano que conocí en el ascenso al Anapurna, para tomar unas cervezas brindando por su cumpleaños y su inmediata despedida. Gibson se iría 2 horas más tarde de nuestro encuentro hacia el aeropuerto de vuelta a su ciudad, pues su viaje había finalizado después de 8 meses en países africanos y asiáticos. Pero insistió en verme, pues me dijo que sus últimos momentos en Nepal quería disfrutarlos conmigo, compartiendo una fría cerveza Tuborg. Más que agradecido, disfrute de unas risas y recordando aventuras e historietas de nuestros viajes. En estos momentos te das cuenta que viajar no es solo aprender, ver, andar, conocer... Viajar es también coger cariño a personas, conocerlas en profundidad, en tiempos record, pues viajando todo se intensifica y te lleva a un estado de VIVIR máximo en que todo es positivo y crecimiento. Thank you Gibson. My best friend for few minutes. Enjoy coming back with your people.









martes, 3 de julio de 2012

Bhaktapur

 Hola a todos!


Hoy me encuentro estupendamente, el cansancio ya casi ha desaparecido y cada día oigo mejor. Así que va siendo hora de salir de Kathmandú y hacer una bonita excursión. Mi destino de hoy es Bhaktapur, preciosa ciudad medieval a tan solo 18 kilómetros de la capital nepalí. He oído hablar de este lugar como el más bello de los paisajes del conocido Valle de Kathmandú en boca de todos los viajeros que han pasado por Nepal, así que voy con algo que no me gusta: una idea preconcevida y altas expectativas. Como leí una vez en un libro, las expectativas son las causa de toda decepción, problema o depresión. Así que intento borrar de mi cabeza las alabanzas de los viajeros respecto el lugar. Eso sí, otra advertencia que he recibido es que, al igual que en Durbar Square de Kathmandú intentaron hacerme pagar entrada por visitar la plaza, aquí es exactamente lo mismo, pero con un precio más elevado. Así que vamos a la aventura y nos intentaremos colar.

Al salir del hotel me encuentro con un sofocante día de sol. Desde que llegué a Nepal ha llovido casi cada día, lluvias esporádicas ya que nos encontramos en época premonzónica. El problema de la estación húmeda asiática es que puedes salir a la calle con un sol de escándalo y en pocos minutos encontrarte con la tormenta más aterrorizante que hayas visto jamás. Pero ahora me toca caminar bajo un sol que se clava en la nuca y que dificulta la ligereza al caminar. Así que en vez de complicarme al vida en ir al centro de la ciudad en busca de la estación de autobuses, seleccionar el bus correspondiente y tragarme una hora de incomodísimo viaje hacia Bhaktapur, decido negociar duro con un taxista para que me lleve por un precio módico. Además, por lo que se comenta en la ciudad, el transporte público lleva una semana con parones constantes debido a las huelgas generales que están revolucionando el país. Prefiero no jugármela y negocio un buen precio de ida a mi destino.

Durante el trayecto a Bhaktapur, atravesamos la ciudad por la zona este, donde encontramos alguna manifestaciones. Esta vez parecen pacíficas, o por lo menos nos se lanzan objetos ni se enfrentan, por el momento simplemente protestan y cortan algunas de las principales calles de la ciudad.

Al llegar a Bhaktapur, el taxi me deja en la entrada principal, donde un agente de policía me espera para acompañarme a la taquilla. 1500 rupias (15 euros) es el precio por visitar la plaza central de la ciudad, también llamada Durbar Square. De acuerdo que estamos ante una plaza declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, pero el Taj Mahal es una de las 7 maravillas del mundo y su entrada costaba 2.5 euros menos. Así que ni hablar, no pienso pagar por pasar por la calle donde los locales pueden pasear libremente sin pagar. La calle es de todos. Así que empiezo a callejear por calles y callejones secundarios, que rodean la plaza, y voy probando en todas las entradas hasta que encuentro un callejón que lleva a la plaza sin necesidad de pasar por taquilla alguna. Entro sin que nadie se fije en mí, y puedo disfrutar del complejo de monumentos con total libertad.

La primera sensación al estar dentro fue como haber pasado la puerta de la maquina del tiempo, para llegar a la antigua Asia de las películas, donde todo es de un color marrón rojizo. Espectaculares templos de piedra y madera de inacabables y delicados detalles escultóricos y pictóricos, el gran Palacio Real presidiendo la plaza de Taleju Chowk, imponente ante la campana gigante y decenas de esculturas de las distintas deidades hinduistas repartidas por cada uno de los rincones del lugar. En la actualidad es considerada la plaza más bonita de todo Nepal, pero uno puede imaginarse años atrás, monjes hinduístas y budhistas paseando por la plaza, rezando y haciendo ofrendas de templo en templo. Así que una vez que impregné mi mirada de tanta belleza durante un buen rato, se me ocurrió la idea de retratar la vida actual de la plaza. Decenas de fotografías de los habitantes de Bhaktapur pasando por Durbar Square ya fuese de paseo con amistades y familia, por trabajo, etc... Muchas personas mayores han encontrado en este lugar un remanso de paz para sus interminables charlas y descanso después de una dura vida. Se encuentran por todos los rincones en busca de una sombra y un punto de apoyo donde sentarse a compartir batallitas y buenos momentos con sus compañeros. Os dejo una bonita foto donde los podeis ver conversando, todos ellos con su gorro típico del país, el sombrero nepalí.

Cuando decidí que había ruborizado a suficientes personas con el objetivo de mi cámara de fotos, decidí visitar el casco antiguo de la ciudad. Me hizo gracia lo de casco antiguo, pues en Bhaktapur no hay nada moderno. Si Durbar Square me había parecido un salto atrás en el tiempo, no os podéis imaginar lo que sentí al entrar en el corazón de la ciudad. Como la ruta que me propuso Lonely Planet en Kathandú me dejó satisfecho, me lanzé a hacer lo mismo en esta preciosa ciudad. Callejeando entre estrechísimas calles llenas de vida puramente nepalí, fui capaz de perderme varias veces, pues seguir el mapa en aquel laberinto se hizo algo complicado. Aún así, me dejé llevar por mi curiosidad, adentrandome en los pasajes más oscuros, disfrutando de la arquitectura napalí de antaño y de decenas de esculturas y estupas dispuestas a lo largo y ancho de la ciudad, para facilitar el rezo de cualquier persona en cualquier momento y lugar. Las gentes del centro de Bhaktapur vestían ropas más tradicionales que en la capital, y trabajan en oficios que en occidente nos parecen imposible de ver en el casco antiguo de una ciudad. Personas filtrando el cereal en medio de la la calle, gente sacando agua de pozos por no disponer de canalización de agua potable en la ciudad, transportistas cargando con balanzas chinas para repartir la mercancía entre tiendas y casas de la zona, animales correteando a sus anchas por las calles. Una verdadera maravilla que me hizo soñar en tiempos remotos, en películas dedicadas al Asia del medievo, un lugar en el que hubiera pasado algunos días disfrutando de lo que hemos perdido en la "vieja" Europa.

Y como os comentaba al principio de este post, el tiempo en Nepal época premonzónica es traicionero, y ese sofocante sol que me ha acompañado durante todo el día en mi visita a la ciudad, se retira a media tarde para dejar paso a negros nubarrones que descargaron bajo mis hombros la mayor tormenta que he visto en Nepal hasta el momento. Así que me tocó mojarme de camino a la parada de taxis, pero eso sí, para los amantes de la lluvia como lo soy yo, un paseo por tanta belleza entre agua y relampagos hizo que tanto la llegada al taxi como la llegada a Kathmandú se convirtieran en un precioso viaje que hubiese alargado encantado si mi hotel no hubiera estado a tan solo 18 km. Bhaktapur ha sido lo má bonito que he visto en los dias que llevo en el Valle de Kathmandú, siempre se agradece endulzar la vista de quien anda sin rumbo disfrutando de las grandes y pequeñas cosas de una vida de viajero.